SEVILLA

Extra omnes


miércoles 7 mayo, 2025

Roca Rey desorejó a interesante tercero tras una faena de temple y de trazo reposado; luego, pinchó otra oreja frente al sexto. Perera dio una vuelta al ruedo tras una obra de profundidad al primero, en el que no hubo petición rotunda, mientras que Ortega pasó de puntillas con un lote a contraestilo

Sin Título
Foto: Porcuna

Hubo un instante en que la Maestranza entera dejó de respirar. Fue justo cuando Roca Rey se quedó solo frente a Manisero, ese tercero con ritmo y entrega, y se lo echó por delante como quien abre la puerta de una iglesia en silencio. Extra omnes. Todos fuera. Cual cónclave con el Baratillo como capilla sixtina. Afuera el bullicio, la estadística, la anécdota. Dentro, sólo el rito. Porque lo que sucedió después no fue toreo al uso, fue liturgia toreada. Y el oficiante fue Andrés, en estado de gracia.

Desde los lances de capote hasta la última embestida, todo tuvo compás. Hubo suavidad, hubo ajuste, pero sobre todo hubo autoridad. Se la dejó puesta y en la cara sin exigirle más de lo que el toro podía dar, pero sin regalarle un centímetro. Al natural se rompió, se estiró, y en dos muletazos largos y hondos logró parar el tiempo: Sevilla, por un momento, no fue ciudad sino altar. Volvió a la diestra para cerrar por bajo con dominio y emoción, metido en los terrenos del toro, con los tendidos ya entregados sin condiciones.

Y cuando cobró la estocada, cuando la plaza se cubrió de pañuelos blancos, no fue sólo el premio de dos orejas. Fue el reconocimiento tácito de que hoy, en este tiempo y en esta plaza, el toreo tiene nombre y apellido. Roca Rey no sólo llena. Roca Rey consagra. Extra omnes. Todos fuera. Queda el torero, y su verdad, esa que días atrás ya marcaron con letras de oro tres sevillanos que están en la cabeza de todo buen aficionado.

Una tarde donde Perera refrendó lo realizado en la tarde de ayer con el extraordinario Anarquico de Santiago Domecq. Su faena al primero marcó ese camino que desea tomar un torero de enorme poder, pero tambien con la capacidad para acariciar y reducir las embestidas de los animales. Su faena a Tallista fue un compendio de temple y pulso, un canto al buen toreo. Faena de gran inteligencia, de conocimiento de los terrenos y las alturas ante un toro que se movió con buen ritmo pese a faltarle mayor humillación. Por su parte Ortega pasó de puntillas en una tarde donde ninguno de los astados que le cupieron en suerte llevaba dentro esa embestida que encaja como anillo al dedo al torero hispalense.

Perera acaricia la templada embestida del primero y da una vuelta al ruedo

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Foto: Porcuna

No se entregó de salida el primero de la tarde, animal excelentemente presentado de la vacada madrileña que embistió a media altura en los lances del extremeño. Se le midió en el jaco -debido a su justeza de fuerzas- antes de dibujar Ortega un cadencioso quite a la verónica donde sobresalieron los dos primeros lances del mismo. No le quiso apretar Perera en una primera tanda por alto para a continuación buscar meter al toro en la canasta aprovechando la prontitud y la nobleza de este. Faena de gran inteligencia, de conocimiento de los terrenos y las alturas ante un toro que se movió con buen ritmo pese a faltarle mayor humillación. Acarició la almibarada embestida del toro en muletazos de gran gusto y templanza. Gateó el de Victoriano y Perera le redujo su embestida en un manojo de naturales que llegaron rápidamente a los tendidos. Citó de frente y buscó llevarse al animal tras la cadera, pero ya este salía con la carita a media altura y queriendo rajarse. Con el astado ya en tablas cerraría su labor con remates muy toreros antes de enterrar el acero. Pese a existir petición de oreja, esta no tuvo la rotundidad suficiente para que la presidencia sacara el pañuelo dando el extremeño una vuelta al ruedo tras una faena brindada a El Juli.

Ortega, silenciado con el manso segundo

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Foto: Porcuna

Volvió a calar el toreo a la verónica de Ortega ante un segundo al que le costó empujar hasta el final. Un animal que embistió de forma desigual en el percal y al que el sevillano dejó varios lances de su personal concepto -echando la pata «palante». Anduvo voluntarioso Roca en un turno de quite donde toreó a media altura a un astado con el que no acabó de templarse. Por ayudados por alto con las rodillas genuflexas comenzó su trasteo el sevillano. Le dio tiempos al toro, asentó zapatillas y se la dejó siempre puesta en la cara para templar a media altura la noble pero rajadita embestida del astado con poca vida. Todo se lo quiso hacer despacio, sin violencia, pero el toro tendía a arrollar y salir con la cara a media altura. Con el de Victoriano muy cerrado en tablas tomaría la mano izquierda para dejar una serie previa a la suerte suprema. Tras una estocada tendida y algo trasera sería silenciado.

La versión más templada y reposada de Roca Rey corta las dos orejas del tercero

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Foto: Porcuna

Tuvo movilidad y buen ritmo el tercero de la tarde, astado al que Roca Rey dejó un templado saludo capotero donde destacaron varios lances de gran relajo. Poco castigo se le infligió a un toro que se dejó pegar en el jaco antes de acometer con prontitud al capote de un Perera que quitó por gaoneras. Cruzó la línea Antonio Chacón en un tercio de banderillas donde se jugó la vida ante un toro complejo, animal que estuvo a un tris de prenderlo si no es por el salvador capote de Daniel Duarte. Llegó rápidamente a los tendidos el inicio de trasteo de un espada que se dejó llegar una enormidad la embestida de un toro con el que se gustó en un sobresaliente pase de pecho. Vimos la versión más templada de Andrés al correrle este la mano con suavidad a un astado con transmisión. Se la dejó siempre puesta y en la cara para tirar de un ejemplar con virtudes. Se crujió Andrés al natural en muletazos largos y poderosos ante un toro que la tomó con ritmo. Saboreó todo lo que hizo delante de la cara del animal, le dio sus tiempos, toreó dentro y fuera de la cara de Manisero para cincelar series de gran templanza, pero sin enroscarse la embestida detras de la cadera, salvo en dos naturales que pusieron la plaza boca abajo. Volvería a la mano derecha para dejar un carrusel de derechazos con el toro pivotando sobre su cintura antes de acortar las distancias y meterse en los terrenos del animal. Un final de trasteo que llegó con celeridad a uno tendidos entregados al peruano. Tras enterrar la espada la plaza volaron los pañuelos para pedir las orejas tras una faena donde vimos la versión más redonda de Andrés. Dos orejas pasearía en vuelta el ruedo el limeño posterior a la ovación en el arrastre a un toro con virtudes.

Perera porfía con un cuarto sin vida

No acabó de soltarse en el capote Perera con el cuarto, animal de la vacada madrileña que nunca acabo de abrirse en el percal. Tampoco empujó de verdad este en el caballo, astado al que Perera también pediría que se le midiera el castigo. Se durmió Miguel Ángel en la primera serie en redondo, esa donde el extremeño dibujaría un derechazo de gran cadencia con el toro tomándola con ritmo. Pero el toro se dolió en el sometimiento y menguó su embestida. Porfió Miguel Ángel ante un Victoriano de medias embestidas, ese al que dejaría algún derechazo a media altura de su personal concepto, no consiguiendo levantar el vuelo de su trasteo tampoco a zurdas. Tras una estocada baja sería silenciado.

Silenciado Ortega con un quinto que se defendió

Se le vio algo agarrotado y poco suelto de muñecas a Ortega en el recibo capotero del quinto, astado burraco que tampoco acabó de entregarse en los lances a la verónica del sevillano. Perfecto estuvo Óscar Bernal en un primer puyazo donde se agarró en la yema a un toro que cogió por los pechos al jaco. Puyazo que le bajó los humos a un ejemplar que agarró cierto temple tras un nuevo encuentro con el piquero. Soltó muñecas Juan en un torerísimo inicio donde dejó varias trincheras y pases de la firma de gran cadencia y suavidad. Tras una serie al natural tomó la derecha -pitón del toro- para dibujar una serie donde toro y torero no acabaron de hablar un mismo lenguaje. Pese a dejar derechazos con su personal gusto, se sucedieron los enganchones ante una embestida cada vez más desordenada. Se defendió el animal por su poca raza, pero tampoco estuvo lúcido un espada que hoy no tuvo su tarde. Mató de una estocada baja y fue silenciado.

Roca Rey encuentra hueso en el sexto y pierde una nueva salida en hombros de La Maestranza

Volvió a gustarse Andrés toreando de capa al sexto, toro con el que dejó un manojo de lances de templado metraje. Combinó delantales y verónicas ante un astado que embistió con alegría. Tampoco se le pegó en exceso en el jaco, buscando Andrés que el toro llegara con opciones a la muleta. Bien anduvo Paco Algaba con los palitroques antes de brindar Andrés la faena del sexto. Por alto comenzó un trasteo en el que dejaría varios derechazos acompañando la embestida de un astado que lo desarmó en el pase de pecho. Prendió la mecha en la primera serie en redondo. Citó desde la larga distancia al pronto y repetidor toro de la casa madrileña para dejar muletazos que llegaron una enormidad a los tendidos. Un astado este con mejor inicio que final del muletazo, ejemplar que se movió con cierto temple y al que Andrés volvió a dibujar pases donde volvió a sobresalir la templanza. Al natural Espiguita ganó todavía más ritmo en tandas donde volvió a pecar de un toreo lineal. Acertó sus en sarle tiempos, en jugar con los terrenos y las alturas en un trasteo que poco a poco fue menguando al irse apagando el de Victoriano del Río. Acortó distancias el limeño -antes de aprovechar las inercias y querencias del toro- para dibujar varios ayudados por alto ante un animal muy agarrado al piso. Pero aquello que iba camino de una nueva Puerta del Príncipe se truncó al encontrar hueso hasta en dos ocasiones. Sonó un aviso siendo finalmente silenciado.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Duodécima de abono. Corrida de toros. No hay billetes.

Toros de Victoriano del Río. Muy bien presentados y de juego desigual. Con clase y buen ritmo un primero medido de fuerza que acabó rajandandose; sin raza ni empuje el manso segundo; con prontitud, movilidad y entrega un tercero que sacó fondo; de insulsa y desclasada embestida el descastado cuarto; sin raza ni entrega un quinto que se defendió; con movilidad y fijeza un sexto de interesante pitón izquierdo que se apagó como una velita.

Miguel Ángel Perera, de marino y oro: vuelta y silencio.

Juan Ortega, de verde manzana y oro: silencio y silencio.

Roca Rey, de purísima y oro: dos orejas tras aviso y silencio tras aviso.

CUADRILLAS: Saludaron montera en mano Antonio Chacón y Paco Algaba tras parear al tercero.

FOTOGALERÍA: EDUARDO PORCUNA

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