LA CRÓNICA DE BILBAO

El que llegó de rodillas


martes 20 agosto, 2024

Borja Jiménez corta tres orejas -que pudieron ser más- en una tarde rotunda en la que Luque demostró que es mucho más que una reseña

Borja Jiménez
Borja Jiménez aguarda la salida del toro a portagayola © Emilio Méndez

El que llegó de rodillas a la plaza de Bilbao es un rubio sevillano del que hace tres años no se acordaba nadie. Hoy venía a debutar en el Botxo en un mano a mano con un paisano con el brillo del cuchillo refulgiendo entre los dientes. Uno de verdad, de esos en los que no se perdona nada ni a nadie. Y la única pega que se le puede poner a la corrida de hoy es que algo estamos haciendo mal para que la masa de aficionados no se peguen por ver a estos dos tíos. Del trabajo, la promoción y la ayuda ya hemos hablado bastante; lo de hoy era de toreo.

Con una corrida, además, de impecable presentación, que daba miedo por delante por sus puntas pavorosas, colocadas, relucientes y amenazadoras, y que luego dio tanta cal como arena, más por Gerena que por Espartinas.Si lo vemos en conjunto, sin embargo, con dos tíos capaces de verdad, la nota debe ser positiva, pero le jugaron mucho a favor.

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Lo hizo Borja, que llevaba tantos años viendo la arena gris por la tele que quiso pisarla de rodillas para recibir a sus tres toros. Vino de hinojos desde la vera del Guadalquivir para mostrar actitud, primero, capacidad, después, y toreo, por último, cuando la clase del buen sexto le permitió desmayar el trazo y dejar naturales que aún le está pegando. Así, de menos a más, se comportó el rubio de Espartinas, que llegó a debutar en Bilbao sin dejarse nada dentro, tal vez arreado de más, pero siempre conssciente de lo que estaba en juego.

Porque a él no le van a perdonar un resbalón, ni a pasarle una tarde mala, ni a perdonarle un desliz, y eso lo sabe Borja desde que comenzó a importunar al statu quo. Al contrario, porque los que antes podían tener el gesto de anunciarse con él ahora se lo piensan mucho más, porque tiene peligro el de Sevilla. Que se lo digan a un Daniel Luque que hoy estuvo nada más que inmenso y la mala suerte hará que nadie recuerde que hoy toreaba con Borja en Vistalegre. Y eso que vino de rodillas y casi piendo perdón por estar acartelado en mano a mano y con cierta categoría en una feria que debería ser de relumbrón y en la que tantas faltas se han puesto.

Pero empezó con un cuerpo a tierra cuando el buey que enlotó segundo salió regateando de chiqueros cual si fuera el mismo Vinicius. A ese le pegó delantales, sin molestar su ritmo incierto, pero dándole trapo antes del penco. Allí lo picó Espartaco tal vez un punto de más, y quizá por eso se dejó crudos a los otros dos. Pero a este, que tendía a quedarse en la tela, lo empujó con la rodilla en tierra y cosiendo la tela al belfo sin darle opción de quedarse por el camino. Y le costaba al animal, pero se vino mejor cuando la distancia, la inercia y el asiento ordenaron un poco la lidia. Acertó con la media distancia y comenzó a creerse todo lo que iba haciendo, por eso no dejaba lugar al error, y el animal embestía y embestía para que le ligase las series de menos a más, rematando siempre monumental con los de pecho para que se fijasen mejor las tandas en las memorias. Por eso y por un contundente espadazo, paseó el rubio de Espartinas su primer trofeo en el Botxo. Llegarían dos más.

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El segundo se lo arrancó a un toro de imponente estampa en un cuarto acto emotivo y de compromiso acusado, desde los delantales del saludo, que varió con chicuelinas, hasta la formidable estocada tras la que le pidieron las dos. En medio, una faena de inteligencia y empuje, de ayuda al toro y acople a una doble velocidad que el animal mostraba de forma descarada. Pero ese acierto al reducirlo lo terminó asentando tanto que cuando lo fue a buscar Borja con la mano izquierda el animal agradeció la sutilidad de los vuelos. Alargar su tersura en cada pasada fue cuestión de alma y de fe, pero a esas alturas ya sabía Jiménez que tenía Bilbao en el bolsillo.

Al sexto, el de más clase del encierro de Gallardo, comenzó pegándole verónicas tras la larga cambiada, dejando remates de suprema torería, desmayándose tras un inicio enloquecedor de un tendido poco lleno y llegando al sumun de la tarde en dos series al natural tan ralentizadas que pareció llevor menos cuando más jarreaba en Bilbao. Siempre enganchado en el vuelo, siempre despacio, reduciendo la carrera del buen toro de Fuente Ymbro. Como si este escenario ya no pesase.

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Todo ello con Daniel Luque resignado a tres toros de Fuente Ymbro que ni elegidos a dedo para reventarlo hubieran servido menos. Sólo se libró el primero, y porque tuvo el fondo suficiente para que el de Gerena se lo pudiera rascar. Con ese dio Luque la dimensión de tremendo torero que está, hoy por hoy, en la cima de los lidiadores, y dicho está que algo hacemos mal cuando no es a toreros así a los que acude a ver la masa. Para muestra, la suavidad de la faena al primero, en la que jamás dejó de imponerse y nunca dejó de ayudar al toro. Tragó en el inicio, con la colocación perfecta por bandera y la confianza en sus decisiones como aval de su trabajo, y terminó pegando naturales de vuelo supremo donde nadie esperaba nada para el esportón. Pero hubiera paseado una oreja si el toro, al entrar a matar, no hubiera perdido una mano, Daniel no hubiera tropezado y la espada, que había caído en buen sitio, no se hubiese quedado en la mano del torero, lo que deslució el trance ante el tendido. Un ftoo de la mala suerte que esta tarde encontró Luque en una de sus plazas talismán.

Todo lo contrario le ocurrió al que vino de rodillas, se levantó en medio del ruedo y salió sobre los hombros de una afición que ya le ha adoptado como patria. Todo ello, en una sola tarde.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Vista Alegre, Bilbao. Tercera de la Aste Nagusia. Corrida de toros. Menos de un cuarto de entrada.

Toros de Fuente Ymbro, desiguales de volumen, pero bien presentados en general. Noble y con voluntad el descompuesto primero; obediente sin transmisión el grandón segundo; desordenado y burriciego el tercero; informal pero emotivo el cuarto, con mucha movilidad; reservón y poco franco el deslucido quinto; enclasado y boyante el buen sexto.

Daniel Luque (nazareno y oro): ovación, silencio y silencio.

Borja Jiménez (gris perla y oro): oreja, oreja con dos vueltas al ruedo y oreja.

CUADRILLAS: Juan Sierra y Gómez Pascual se desmonteraron tras parear al sexto.

FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ

Fotogalería Bilbao 20 8 2024