PABLO LÓPEZ RIOBOO / VÍDEO CANAL SUR
Tenía lugar esta tarde la
corrida de reinauguración de la plaza de toros de El Puerto de Santa María, en
la que hacían el paseíllo Diego Ventura, Juan José Padilla y Alberto López
Simón. Un encierro de Hermanos Sampedro para rejones y Salvador Domecq para lidia
a pie era la materia prima ganadera para la ocasión.
El toreo vive una constante
evolución, esa que exigen los públicos atraídos por el toreo que sueñan y que a
la vez se ven incapaces de hacer. Ahí radica la grandeza de la tauromaquia. Hoy
la terna que abría la temporada en el Puerto de Santa María decidió apostar de
verdad para regalarle la gloria al aficionado que anhela cada tarde ese triunfo
que pende de un hilo, ese que siempre vive en el alambre. Que distancia tan corta separa el triunfo del fracaso, la alegría de la tristeza, ese que vivía en el alambre, esa moneda que hoy fue cruz para un Pirata que pechó con el infortunio y cara para dos toreros que se fueron en volandas de la Plaza Real.
De impoluto tabaco y plata
se presentaba montera en mano López Simón en el coso portuense, un torero que
ha dejado de ser una esperanza a futuro para convertirse en una realidad.
Cierto es que aún le quedan cosas por pulir, lagunas en su toreo que a buen
seguro acabará subsanando. Su lote de Salvador Domecq como el de su compañero
Padilla resultó bajo de raza, pero se sobrepuso a ellas con dos actuaciones
premiadas con oreja. Su primero embistió con todo, siempre con tendencia a
rajarse, mientras que su segundo, el animal más manejable del encierro fue
capaz de cortarle las dos orejas.
Se movió sin demasiado celo
de salida el bonito tercero en el percal del madrileño. Mansito en el caballo,
le costó un mundo embestir con clase a los capotes de los subalternos. Faena
tesonera y de valor la realizada por el torero madrileño al manso y rajado
tercero. Toreó mostrando sus cartas Simón ante un animal con cierta clase en el inicio de faena, con
movilidad, pero siempre con la intención
de irse a tablas. Labor de altos y bajos en la que hubo muletazos buenos y otros
en los que faltó mayor limpieza y acople, dentro de una faena de poder a poder,
en la que el joven espada nunca le perdió la cara a la faena. Tuvo fases de
buen toreo, utilizó sus armas, pero la faena no llegó a romper de forma
rotunda. Cortó una oreja tras dejar una estocada baja y de fea ejecución en la
suerte de recibir, escuchando un aviso tras tener que usar el descabello.
En sexto lugar pudimos ver
esa versión de toreo vertical y asentado del de Barajas, ante un toro manejable
y con nobleza pero con la casta muy medida. Lo saludó meciendo suavemente el
percal con el compás abierto para luego rematar con una media con sabor. Se fue
tras los vuelos el animal en un inicio templado, pero la casta le duró un
suspiro. Faena muy a favor del animal, en la que hubo muletazos estimables por
ambos pitones, así con remates con un sello muy particular. Acertó el madrileño
en acortar las distancias cuando el toro pareció afligirse. Se metió entre los
pitones en un final de faena que caló en los tendidos por su gran verdad. Símón
poco a poco va consiguiendo esos retos que se propuso, hoy pese a no ser una
tarde de gran rotundidad, si dejó patente que su concepto del toreo va
evolucionando, dejando pasó al toreo sin red, -siempre en el alambre- a uno más
técnico, más cuajado, pero quizás menos virgen. Zapatillas asentadas,temple en su muleta y mucho valor en una faena importante de un torero que va a más en la temporada.
Abría cartel Diego Ventura,
un torero que anda encaramado en la cima del rejoneo por derecho propio. Su
lote de Sampedro resultó dispar, un primero manso y a la defensiva, el cual no
tapó esa movilidad engañosa y otro con buen tranco, nobleza pero quizás tardo
en sus embestidas y con tendencia a meterse por delante de los caballos.
Faena de menos a más la
realizada Ventura ante el noble pero soso y desrazado primero. Basó su faena en
la templanza, primero toreando de salida a lomos de Lambrusco y luego con
Nazarí, un caballo con una valor fuera de lo común. Toreo de costado, siempre con sumo temple, dando
el pecho del caballo, el ejecutado por Ventura a lomos de este caballo con el
que puso a la plaza en pie. Le costaba al de Sampedro salir de su querencia,
aun así cuando lo consiguió se vieron quizás los momentos más reseñables de esta
faena. Con Fino expuso en un final de faena de gran verdad, se dejó llegar
al animal a centímetros, para quebrar y clavar de forma sobresaliente. Mató de un rejón trasero pero fulminante a
lomos de Remate cortando la primera oreja del festejo.
El cuarto de la tarde tuvo
temple y buen galope, pero de tarda y sosa embestida. Ventura acertó en no
castigar en exceso al animal que tenía el depósito de la casta en reserva. Le
dio tiempo, todo lo hizo con temple y buena monta. Con Sueño, una de las
estrellas de su cuadra puso todo de su parte para levantar al respetable, toreo
a dos pistas, banderillas de poder a poder, siempre dándole las ventajas al
animal, aquerenciado en tablas. Pero al contrario que su hermano, este de
Sampedro sacó fondo de nobleza y acometió a las cabalgaduras con algo más de
ritmo en sus embestidas. No fue un toro fácil, pero supo sobreponerse en una
faena que fue a más. Cerró a lomos de Remate con las cortas y tras un rejonazo
fulminante el de Sampedró dio con sus huesos en el albero. Oreja con fuerte
petición de la segunda fue su balance.
Tuvo buen son de salida el
engatillado segundo de Salvador Domecq. Meció con suavidad la capa el jerezano,
para más tarde llevarlo con un garboso ‘galleo por chiculinas’ al peto. Se
empleó el animal en el puyazo, desplazándose con clase y buen ritmo en un
tercio de banderillas, en el cual Padilla sacó a relucir todo su repertorio.
Tuvo ante sí en la muleta un toro que al contrario que en los primeros tercios
evidenció su falta de celo. El de Salvador Domecq, mironcete y reservón, se
desplazaba, pero su virtud no era precisamente la de ir franco a la muleta embistiendo
con clase. Tiró de oficio y raza Padilla, acertó en darle toques fijadores en
cada cite y empapar de muleta al animal. Correcto el de Jerez en una faena de
torero cuajado, ante un animal que tapó con su movilidad los defectos de su
falta de bravura y humillación. Tras un pinchazo y una estocada algo trasera cortó
una oreja tras escuchar un aviso.
El quinto de la tarde fue un
animal al que le faltó entrega en sus embestidas, ya desde el recibo de capa
tuvo el denominador común como sus hermanos de camada de la falta de raza. Lo
dio todo Padilla en banderillas, los dos primeros pares tuvieron importancia y exposición
ya que el toro acortaba el viaje por el pitón derecho. Duró muy poco el animal,
encogido desde el inicio de la faena, acusó en la misma un más que evidente
problema de salud -el toro deambulaba por el ruedo-. Lo intento Padilla en una
faena tesonera que comenzó de rodillas al hilo de las tablas, pero que careció
de contenido debido al problema de salud del animal. Breves fueron sus series
con un animal muy mermado. Mató al de Salvador Domecq de una estocada caída en
el centro del ruedo. La presidenta tras la petición de oreja se mantuvo firme y
no otorgó un apéndice que hubiera sido de escaso valor debido a que la faena no
pudo tener hilo conductor, ya que careció de contenido por los problemas
físicos y palpables del animal. Finalmente tras la bronca al palco el jerezano
dio una vuelta al ruedo que pidió unánimemente el respetable.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de El Puerto de Santa María, Cádiz. Corrida de la
reinauguración de la plaza. Primera de abono. Algo menos de media plaza.
Toros de Hermanos Sampedro para rejones y Salvador Domecq para lidia a pie. Muy bien presentados, faltos de raza y casta en general. Con nobleza los de rejones, de menos opciones lo de a pie.
Diego Ventura (Chaquetilla gris): Oreja y oreja.
Juan José Padilla (Grosella y azabache): Oreja y vuelta.
Alberto López Simón (Tabaco y plata): Oreja y dos orejas.
Saludaron montera en mano en
tras un gran tercio de banderillas Domingo Siro y Jesús Arruga en el tercero de
la tarde.
FOTOGALERÍA: EVA MORALES