LA CRÓNICA DE SAN ISIDRO

Vulcano se vuelve contra el toreo


miércoles 21 mayo, 2025

Fortes se deja en los aceros una Puerta Grande con el toreo más sincero de la feria y Morenito se deja con él el botín ganado con la tela

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Morenito de Aranda se desespera tras marrar con el acero © Luis Sánchez Olmedo

Hoy no vino a Madrid el acero que merecía el toreo más sincero, el más puro y el más sentido que se ha visto en esta feria. Hoy se lo guardó Vulcano en esa fragua que pintó Velázquez y se lo arrebató a dos toreros que bien merecían haber triunfado con él. Hoy se volvió contra el toreo el dios de los herreros, aunque el espectáculo al que asistimos hoy los que decidimos acudir —en una de las tardes más flojas de la feria— fue una oda a la actitud, al compromiso y a la honradez que se le suponen a un matador de toros, pero también un golpe sobre la mesa de dos toreros y medio, porque Adrián de Torres, que quiso mucho, tuvo poco material con el que reivindicar nada.

Tampoco es que Saúl Jiménez Fortes, que regresaba a Las Ventas tras años de travesía en el desierto del ostracismo, enlotara dos animales con marcadas virtudes, pero sí el fondo suficiente para que el malagueño desplegase la verdad de ese toreo que hace tanto tiempo que estaba deseando sacar en Madrid. Mejor con el quinto toro, ese Chivita, más serio por delante que por detrás, al que le deletreó las verónicas ya en el saludo. Y ya entonces le marcó el toro su informalidad al no permitirle concluir el recibo con limpieza. Vino andando, amagó siempre y no dejó nunca de amenazar, pero al menos humilló en los embroques; lo demás tuvo que ponerlo el torero.

En los dos toros, porque a ninguno le hizo un inicio al uso; todo fue para torear. Desde los doblones con que echó para adelante a ese quinto, a los derechazos que le ganaban el paso hasta llegar a los medios no hubo solución de continuidad. Allí se clavó en la arena, con la pureza como arma desde los cites, a como diera lugar. El pecho por delante, distancia para recoger la inercia y pulso para embolsar la embestida y llevarla cosida para que no parase. Porque si paraba, como ocurría en los remates, el bicho le realizaba una radiografía del terno para saber por dónde tenía que echarle mano. Ni se inmutó Saúl. En ninguna de las ocasiones en que se lo hizo el de Araúz, y fueron varias. Una serie al natural, renunciando a la ligazón en favor de la excelencia en el trazo, en la colocación y en el vaciado de los muletazos, hizo rugir a Las Ventas. Había despertado todas las sensibilidades. Todo el mundo de acuerdo.

Dirán —y tendrán razón— que hubo enganchones en las faenas de Saúl, pero no es lo mismo que te enganche por destemplado a que lo haga porque tu colocación, en el mismo centro de la vía del tren, no permite espacio físico para que temple su pasada un animal que, ya de por sí, tiende a amenazar antes de acudir. Por eso fue tan importante lo de Saúl, que se sintió torero una vez más en Las Ventas, aunque después llegase Vulcano a arruinarle el triunfo. Al aficionado le dio igual, porque sólo faltó la foto, pero al malagueño le recordarán que no la hubo los que no quieran que le valga lo de hoy.

Morenito de Aranda ya está acostumbrado a que le valgan poco los triunfos, pero es que valen incluso menos cuando —como hoy— no se rubrican con la espada. Es uno de los matadores que más orejas ha cortado en la primera plaza del mundo, y hoy regresaba al examen, después de dos años de ausencia. Por eso lo hizo todo con la madurez que nunca había tenido en este ruedo, pese a sus grandes tardes otorgadas aquí. Más consciente de lo que se jugaba, más centrado en aprovechar las cualidades del cuarto, el toro más emotivo del envío de Araúz, que —dicho sea de paso— no presentó un toro con el mismo tipo que otro. Ese Campiña largo de lomo y con los pitones al cielo humilló en las verónicas que le iba dibujando Jesús con los riñones metidos, con muy buen tranco en el inicio que iba perdiendo en cada lance. Se arrancó con alegría en los dos puyazos que le dejó Héctor Piña y se arrancó como un obús en banderillas, haciendo que se luciera un soberbio Iván García, de comprometida exposición y embroque en la misma cara. Sensacional.

Cuando el Moreno brindó al público ya sabía que el de Araúz era una brasa en la arrancada, pero no atesoraba el toro todas las virtudes que debiera; venía de largo, más brioso que alegre, más geniudo que franco, y humillaba el embroque para salir luego con la cara por los aires, protestando el vaciado y poniendo en un apuro al torero con la reposición que se guardaba para el final. Toro de los que te saca el bofe y te deja sin resuello, porque no te permite un error o eres presa fácil. Y lo despachó con sabiduría y aplomo un Morenito que ya se las va sabiendo todas, pero aún así sufrió una zancadilla con el pitón en la refriega con el animal. Pero fue una pelea hermosa, que conectó con el tendido por quietud, por transmisión y por sinceridad. Una lucha de poder a poder en la que Jesús se expuso y se entregó por completo a la obra de la tarde. Otra tanda diestra fue muy coreada, y el epílogo por trincheras, por abajo, por donde él sabe que muere Madrid. Todo estaba ya hecho, pero la espada no quiso entrar. Y una clamorosa ovación, tras la que renunció a la vuelta al ruedo, fue todo el premio que se llevó en lo evidente. El esfuerzo, el toreo y los sentimientos quedarán para él.

También los de Adrián de Torres, que hoy tuvo entre las telas a los dos toros de menos clase, emoción y opciones de cuantos salieron al ruedo. Manso y deslucido un tercero al que le faltó pausa y ritmo, y esa carencia marcó el trasteo por completo. A pesar de lo bravucón que comenzó en la muleta, hasta que Adrián le dejó claro que esa refriega no le iba a dejar ganarla. Al descordado sexto lo sustituyó un sobrero de Castillejo de Huebra al que habían pesado cuando llegó a los corrales, porque esta mañana no podía pesar los 620 kilos que decía la tablilla. Y también éste, inválido y de descompuesta embestida por sus carencias físicas, debió haber regresado a los corrales, pero ya era muy tarde en el reloj y el palco decidió que se apañara Adrián con el regalito. Bastante hizo con dejar dos actuaciones honradas e impecables con los dos últimos toros que tenía en Madrid.

Y Madrid se puso pesada en ocasiones y aplaudió lo menos evidente en otras, porque hay veces que esta plaza sabe muy bien lo que ve y lo que aplaude. Aunque a estas alturas de la noche todos nos preguntemos por qué se pitó la vuelta al ruedo que iba a dar Fortes en su primero. Cosas veredes.

FICHA DEL FESTEJO

Miércoles, 21 de mayo de 2025. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Undécimo festejo de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. 16.687 espectadores.

Toros de Araúz de Robles y uno, el sexto bis, de Castillejo de Huebra. Reservón y deslucido el basto primero; incierto y frenado el segundo; manso y deslucido el tercero; con desordenada movilidad y sin entrega el cuarto; reservón el quinto, siempre amagando; grande y afligido el sexto bis.

Morenito de Aranda, de azafata y oro: silencio tras dos avisos y ovación tras aviso.

Fortes, de rosa y oro: ovación y vuelta tras aviso.

Adrián de Torres, de palo de rosa y oro: silencio tras aviso y silencio.

CUADRILLAS: Saludó Iván García tras parear al cuarto.

FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

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