Después del chaparrón, varias voces roncas y no pocas mascarillas no pudieron tapar los resfriados pescados bajo el chaparrón de anoche, el mismo que obligó a aplazar el festival, o lo que resta de él, para la noche de este sábado. Y aunque el sol brilló durante toda la tarde, faltó calor en la arena, el que se echó de menos en los desfondados toros de Las Ventas del Espíritu Santo. Es cierto que varios de ellos tuvieron virtudes aprovechables, pero también es verdad que no fueron suficientes para que Manizales vibrara con la fuerza que lo hace en una tarde de postín, cómo la que se presumía con Talavante, Emilio de Justo y Tomás Rufo en el cartel.
Al bonito primero lo recibió Talavante por faroles, para enganchar después las suaves verónicas del saludo capotero, mientras el toro comenzó a mostrar tanta nobleza como falta de fondo y fuerza. Alejandro, muleta en mano, intentó llevarlo a su altura, sin molestar, pero entre la falta de codicia y transmisión, toda su buena intención se quedó en nada. Deseoso de no irse en blanco, el extremeño apostó por el cuarto, un toro de preciosas hechuras que mostró fijeza, pero también falta de fuerza. La misma que se evidenció en su rebrincada embestida en la muleta. Talavante lo espero en los medios de rodillas, donde instrunentó la tanda más intensa de derechazos, que por la inercia del viaje le permitió hacerlos más largos y ligados. Después, al toro le costó mucho pasar del embroque. Alejandro vistió aquello con variedad para tapar ese defecto y aprovechar la virtud de la prontitud. Pases de las flores, un par de cambios por la espalda y varios molinetes brillaron más que el toreo fundamental, más por la incapacidad del toro, que quiso más que pudo, que por el planteamiento del torero, cuya disposición fue latente durante toda la faena. Una estocada caída y una petición tímida fue suficiente para que la oreja maquillara la tarde.
La bronca mansedumbre del segundo, que llegó cruzado siempre al capote de Emilio de Justo, tampoco sirvió. Y eso que el extremeño se impuso primero por abajo, pero los violentos puñetazos del toro en la muleta, siempre por dentro, apenas permitieron el gobierno. Uno a uno, Emilio consiguió estirar algún viaje con notable temple, pero al contrario de mejorar su condición, manseó más queriéndose defender. Nada qué hacer.
«Dalia» se llamó el quinto, cómo el memorable toro de Victoriano del Río con el que José María Manzanares bordó el toreo en Las Ventas hace ya unos años. Y, conociendo la incidencia de lo del ganadero de Guadalix en la cabaña de Rincón, seguro que son familia. La verdad es que por hechuras y por virtudes, también recordaban aquel toro. No todas las virtudes, por supuesto. Al «Dalia» colombiano le faltaron el fondo y la transmisión de aquel. Pero el humillado recorrido, la fijeza y el cuerpo comprometido en la embestida sí que fueron similares. Pronto lo descubrió Emilio, que de rodillas se encajó y corrió la mano con ritmo en el inicio de faena para, después, ya recuperada la vertical, desmayo el trazo y condujo con suavidad la clase de «Dalia». Las tandas fueron a más, igual que cada muletazo fue cada vez más ronco y sentido. Mucho mejor al natural, pues los vuelos le dieron mayor suavidad a la embestida. Así cayeron tres soberbios. También con la mano derecha, por donde Emilio cuajó dos tandas contundentes, por templadas, rítmicas, hundidas y poderosas. Incluso, la emoción subió un punto más cuando ya se hizo absuluto dueño de la voluntad del toro en una serie por ambas manos que puso a todos de acuerdo. Sin embargo, falló el fondo del toro, que se quedo sin fuelle y terminó parado, bajando enteros el ánimo del público que, no obstante, pidió la oreja con la misma fuerza que la anterior concedida, incluso con más criterio, pero está vez fue el presidente quien no sacó su pañuelo.
Tampoco auguró nada bueno el tercero, que se frenó en el capote de Tomás Rufo y no terminó de desplazarse en las verónicas del saludo. Sin embargo, un puyazo soberano de Luis Viloria, antes de un espectacular tercio de banderillas de Carlos Garrido, cambió el sino del toro, que rompió a embestir en los doblones poderosos del toledano. Uno de ellos, casi en redondo, descubrió el buen fondo del toro. Desde entonces, Tomás, con una autoridad tremenda y un temple maravilloso, supo potenciar la humillada clase del buen toro de Rincón, que sacó más recorrido por el pitón izquierdo, por donde Rufo cuajó dos pares de naturales hondos, roncos de sinceros. Tan claros como los olés unánimes del tendido que se entregó a la buena faena. La pena fue la espada, que se atascó y lo que era triunfo seguro se quedó en una ovación. Ya cortaría una oreja Tomás del último, un toro fijo y humillador al que le costó acudir y repetir, pero que, no obstante, terminó obedeciendo a la autoridad de Rufo, que desde su vertical figura tiene una facilidad líquida para mandar por abajo. Eso sí, hubo de tocar mucho con la voz y citar con fuerza para provocar las dubitativas arrancadas, que una vez indicadas, sí que tuvieron intención. Hubo derechazos largos, soberbios, muchas veces pulseados para mantener el interés del toro que, sin embargo, terminó rajado. Esta vez la espada sí funcionó. Pero el trofeo no terminó de enderezar una tarde que nació torcida y que continuará, pues tuvimos que abandonar corriendo la paliza para volver en un par de horas, cuando los mismos toreros, ahora vestidos de corto, participarán en la reanudación del festival indicado ayer, en compañía, además, de Roca Rey, Cristóbal Pardo y el novillero Felipe Miguel Negret, con novillos de Ernesto Gutiérrez.
Ojalá ahora son sol, el calor sí suba desde la arena.
FICHA DEL FESTEJO
Sábado 13 de enero de 2024. Plaza de toros de Manizales, Colombia. Sexta de abono. Casi lleno.
Seis toros de Las Ventas del Espíritu Santo, parejos en su correcta presentación. Sin fondo ni raza el primero; manso y bronco el segundo; de buen fondo el tercero; obediente el blando cuarto; con clase el buen quinto; y tardo y rajado en fijo sexto. Pesos: 446, 454, 442, 452, 440 y 460 kilos. (444 y 448, reservas).
Alejandro Talavante (blanco y oro), silencio y oreja.
Emilio de Justo (azul rey y oro), silencio y vuelta tras aviso.
Tomás Rufo (sangre de toro y oro), ovaxuon tras aviso y oreja.
Incidencias: El banderilleeo Sergio Bkadco sufrió una herida inciso con tusa con el estoque de descabello en el muslo derecho, de 12cm. durante la lidia del tercero. Pronóstico menos grave. Carlos Garrido saludó una ovación tras dos grandes pares de banderillas al tercero.
FOTOGALERÍA: DIEGO ALAIS