JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
Daba comienzo en la tarde de este sábado la Feria de San Sebastián dentro de su Semana Grande. Morante de la Puebla, Andrés Roca Rey y Ginés Marín trenzaban el paseíllo en el coso vasco frente a un encierro de Zalduendo. Al finalizar el paseíllo se guardó un respetuosísimo minuto de silencio en memoria de Iván Fandiño.
A penas un lance le permitió a Morante la falta de ritmo de un primero de Zalduendo que quiso humillar siempre pero no siempre pudo. No andaba boyante de fuerza el toro, enmorrillado, largo y despegado del suelo. Arriba dejó la cara en el peto, sin evidenciar nunca bondades excelsas. Lo demostró en el variado quite de Roca Rey, que tuvo chicuelinas, tafalleras y revolera, siempre esperando la llegada. Y replicó Morante, hoy acartelado con los jóvenes gallos, pero sin el brillo de costumbre a la verónica. Tampoco con la muleta, porque el mortecino animal demostró no tener ni una brizna de raza ni de espíritu para seguirle la muleta una sola vez. Una estocada atravesada pasaportó en silencio al animal. Falta de fuerzas tenía el segundo de su lote, un cuarto descompuesto y sin fuerza en los primeros tercios de la lidia. Abrevió descaradamente. Espada en mano, tampoco se confió el de La Puebla. Espectáculo bochornoso.
Más fino de cabos y mejor hecho estaba el segundo, que también se desplazó mejor en el capote de Roca Rey, al que le colocó la cara con cierta calidad en los lances, siempre perdiendo pasos para poner en ritmo al de Zalduendo. En la silla le puso los pitones al picador en el primer encuentro, de donde ya salió con la fuerza muy justa. Tanto que fue devuelto al salir del segundo encuentro con el caballo. Dos puntas bien serias tenía el segundo del lote de Roca Rey, un cuarto desagradecido en los primeros tercios de la lidia con los capotazos de Juan José Domínguez. Correoso y desagradable fue en la muleta del peruano el de Zalduendo, falto de clase y desrazado. No acertó con el descabello.
Corrió turno y salió el que debía ser quinto, también de Zalduendo, que tenía cierta tendencia a salir suelto, pero también mucho temple en la embestida para permitir un ralentizado saludo a la verónica de un brillante Roca Rey. Por rogerinas lo colocó al caballo el peruano, ante el regocijo del tendido, muy con él. Asumió el compromiso Ginés Marín, que quitó por saltilleras con mucha exposición para que respondiese Roca Rey por gaoneras, comprometidísima la primera en el cambio, justo al llegar al embroque. Emocionante el tercio. Fulgurante fue el inicio de muleta, con cambiados de mucho ajuste y un cambio de mano de quilates. Exigió Andrés casi desde el principio, con la diestra por abajo para recoger las arrancadas con largura y conducir sin desfallecer la movilidad del Zalduendo. A más siempre el peruano en la faena, con la zurda volando firme y segura en los medios y el ajuste siempre al máximo, muy metido. A menos, sin embargo, se vino el de Zalduendo, con más movilidad que fondo, y entonces llegaron los circulares y los ayudados de epílogo, pero también un pinchazo en muy mal sitio que hizo que la estocada corta posterior no llevase más que una oreja a su esportón.
La fenomenal forma de manejar el capote de Ginés Marín se vio deslucida por la falta de fuerza del colorao tercero para tomar los vuelos. Precisamente por eso se le dejaron un par de picotazos a penas en el tercio de varas. Y, sin embargo, supo Ginés tratar al animal con suavidad en el inicio, perdiendo pasos con la muleta a media altura y consintiendo el gazapeo para terminar metiendo en la muleta al informal animal, que siempre tuvo, sin embargo, la fijeza como principal virtud. Supo trazar al natural, con el vuelo muy seguro, muy terso, muy firme en la composición del muletazo. Incluso le bajó la mano derecha para trazarle con exigencia en una serie final y terminar exponiendo mucho en bernadinas muy sinceras. Pero lo pinchó también el extremeño, y allí se quedó el posible premio. Reservón, pensándoselo, no echando la cara abajo y sin humillar fue el sexto de la tarde, un astado que en los primeros tercios se comportó de esa forma. Fue sobreponiéndose Ginés Marín a esa condición, intentándolo desde un garboso inicio de faena. Mimando su condición fue paulatinamente el extremeño, que llegó arriba a base de poder y técnica. Ovación.
FICHA DEL FESTEJOPlaza de toros de Illumbe. Primera de la Semana Grande. Corrida de toros. Media entrada larga en el tendido.
Seis toros de Zalduendo, correctos de presencia para esta plaza, pero le faltó belleza a las morfologías. Sin raza ni espíritu el mortecino primero; devuelto el segundo por flojo; con movilidad y obediencia el segundo bis; con mucha fijeza y movilidad el informal tercero;
Morante de la Puebla (botella y oro): silencio y silencio con leves pitos.
Andrés Roca Rey (sangre de toro y oro): oreja y silencio tras aviso.
Ginés Marín (corinto y oro): ovación y ovación.
Saludaron Juan José Domínguez y Viruta tras banderillear al segundo.