Sebastián Castella, Emilio de Justo y Ginés Marín hacían el paseíllo, este 25 de agosto, en la corrida de Zalduendo en el coso de Vista Alegre de Bilbao.
Sebastián Castella, inédito con el inválido primero
Rematado estaba el primero, que era un tío sobre todo por delante, enseñando las palas de los pitones. Embistió con cierto ritmo en el capote de Sebastián Castella y apretó en los dos buenos puyazos que le recetó Manuel José Bernal, que se marchó ovacionado. En banderillas, brilló José Chacón, dejando dos pares en los que hubo exposición y verdad, saliendo de la suerte con mucha torería. La parroquia lo obligó a desmonterarse. Se dobló el de Béziers en un inicio de faena inteligente, que ayudó a un animal de Zalduendo que salía desentendido del muletazo. Ya en los medios, dejó una serie en la que tiró del animal, bajando la mano, logrando muletazos muy encajados. En el inicio de la siguiente serie, se dañó el de Zalduendo la mano izquierda delantera y Castella se fue a por la espada de manera muy acertada. Enterró una estocada caída que fue suficiente.
De Justo encuentra su mejor versión al natural y corta la oreja del segundo
Serio por delante fue también el salpicado segundo, aunque menos rematado que su hermano que saltó al ruedo en primer lugar. Salió muy suelto en el saludo capotero de Emilio de Justo, antes de empujar con la cara arriba en el peto de Juan Bernal. No desaprovechó su turno Gines Marín y dejó un gustoso quite por chicuelinas antes de un tercio de banderillas en el que apretó hacia dentro el animal, especialmente en los pares de Ángel Gómez. Sin brindis, comenzó a estructurar Emilio De Justo la faena a un animal que embestía descompuesto y con poca franqueza. Se puso con él el extremeño y le fue enjaretando los muletazos uno a uno por el pitón derecho a un animal noble que tuvo obediencia. Sin embargo, lo mejor llegó al natural, cuando De Justo relajó la figura para firmar muletazos muy ajustados, cerrando las series con pases de pecho hasta la hombrera contraria y encontrando su mejor versión. Cerró toreando al natural a pies juntos y enterró una estocada hasta las cintas que fue suficiente.
Ginés Marín, sin opciones con el reservón tercero
Protestado fue el tercero, menos serio por delante y menos rematado que sus hermanos. No se entregó el animal de salida y lo cuidó de manera excepcional Guillermo Marín en el caballo. En banderillas, ya demostró su condición de mirón y reservón, poniendo muy difícil la labor a los subalternos, que dejaron cuatro pares con mucha habilidad cuando arreciaban las protestas del respetable. En la franela, lo quiso probar Ginés Marín por ambos pitones, pero el animal se lo guardó todo, pasaba sin entregarse y muy parado, obligando al extremeño a tragar en cada muletazo. Se fue a por la espada y enterró el acero de manera habilidosa tras varios pinchazos.
Castella se justifica bajo la lluvia con el descastado cuarto
Saludó Castella al cuarto cuando arreciaba la lluvia en el Botxo. No se empleó en demasía en los primeros tercios el de Zalduendo y llegó a la muleta muy desfondado. Se dobló el francés con el astado en el inicio del trasteo, cuidando a un burel que perdía las manos si se le exigía bajo el aguacero. Se justificó Castella delante de un Zalduendo descastado, y finalizó la faena pegándose un serio arrimón en cercanías antes de enterrar la espada en el primer encuentro.
Emilio De Justo redondea su tarde con una nueva oreja del quinto
Serio y con cuajo fue el quinto, un animal de Zalduendo al que Emilio de Justo saludó bajo el aguacero. Fue protestado el toro en banderillas, donde blandeó y perdió las manos en varias ocasiones pese a la cuidada lidia de Ángel Gómez. Tras brindar a un niño con cáncer, se fue Emilio De Justo a los medios con el de Zalduendo, que estaba muy justito, aunque tomaba las telas con cierta clase. Perdió las manos en las primeras tandas, pero logró el extremeño encontrar la media altura en la que sostenerlo y consiguió alargar el recorrido del animal en los muletazos, lo que fue clave en el devenir de la faena. Por el derecho, dejó una tanda de gran ajuste y de mano relajada, aunque de nuevo firmó lo mejor por el izquierdo, dejando naturales en los que abrió el camino al astado que cantó la parroquia de El Botxo. Cerró la faena a pies juntos y se tiró con mucha verdad para dejar una gran estocada hasta las cintas.
Ginés Marín brilla al natural bajo el aguacero y corta una oreja de peso
Airoso se llamaba el sexto, un animal con trapío y cuajo suficiente para Bilbao, que embistió con celo y colocando la cara muy abajo en el saludo capotero de Ginés Marín, que se gustó a la verónica. En el caballo lo cuidó mucho Ignacio Rodríguez y en la brega hizo lo propio Manuel Larios. Aún así, llegó el burel a la muleta muy justito. Aunque su recorrido era corto, tenía mucha calidad el de Zalduendo en el embroque y quiso siempre humillar, pese a su condición. Lo fue metiendo el extremeño en el canasto y apostó por el pitón izquierdo, por donde dejó una serie inmensa en la que destacó un natural larguísimo, para guardar en la retina a los sones del pasodoble Gallito. Por naturales llegaron las cotas más altas, dejando muletazos al ralentí a un astado que se fue viniendo a menos en los compases finales de la faena. El epílogo llegó por abajo con el burel ya muy apagado. Enterró la tizona al segundo intento tras pinchazo y Matías le concedió una oreja de mucho peso.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Vista Alegre, Bilbao. Sexta de las Corridas Generales. Corrida de toros. Unas 3.000 personas.
Toros de Zalduendo, con son el primero hasta que se dañó la mano izquierda delantera. Noble y obediente fue el interesante segundo, ovacionado en el arrastre. Reservón y descastado fue el tercero, que no se entregó en ningún momento. Descastado fue el cuarto, que se vino muy abajo en la muleta. Tuvo clase en el embroque y nobleza el feble quinto. Tuvo calidad y humillación el sexto, aunque estaba justo de fuerzas.
Sebastián Castella, ovación y silencio.
Emilio de Justo, oreja tras aviso y oreja tras aviso.
Ginés Marín, silencio y oreja.
FOTOGALERÍA: JOKIN NIÑO