EL EXILIO INTERIOR

Abril en Sevilla


jueves 20 abril, 2023

Es abril, el viajero llega a Sevilla y, al instante, entona por lo bajini aquella canción de Palito Ortega que aún sonaba mejor cuando era Marisol quien la cantaba.

Maestranza
Vistas de La Maestranza desde el cielo. © Toros

Es abril, el viajero llega a Sevilla y, al instante, entona por lo bajini aquella canción de Palito Ortega que aún sonaba mejor cuando era Marisol quien la cantaba: “Tengo el corazón contento, el corazón contento, lleno de alegría”.

Y se viene arriba.

Más aún cuando ese viajero llega desde la Barcelona que ya no espera las primaveras anunciadoras de tardes de toros hasta La Mercè, tampoco la Barcelona cervantina archivo de cortesía y, menos aún, la ciudad de los prodigios que explicó Eduardo Mendoza.

Un martes de abril, martes de pre feria, apenas veinticuatro horas entre el hola y el adiós al subir al avión de regreso y en ellas, amigos, risas, abrazos, charlas, encuentros, cultura…toros, aún sin corrida en la Maestranza.

Porque el toreo todo lo impregnaba en actos aquí y allá, entregas de premios, presentaciones literarias. Entidades sociales y culturales,  periodistas, escritores, toreros, ganaderos, aficionados/as, al reclamo de la tauromaquia, que todo lo abarca y a todos convoca.

Al viajero, llegado desde su exilio interior, le faltan horas para los reencuentros, que son árnica para los olvidos y quisiera para sí eso que llaman don de la ubicuidad. Pero aún le da tiempo a compartir y escuchar  a Morante, Ojeda, Espartaco o Emilio Muñoz.

Uno, el genio de La Puebla, retratado con la sensibilidad de Olga Holguín y narrado por escritores, periodistas, compañeros.

Y ahí estaba Morante, impecable su terno, discreto, afable, que dijo: “A lo mejor con este libro y las fotos con hay en él (algunas íntimas de su infancia, con sus padres o en la comunión) les costará un poco pitarme”.

Un par de horas después, tres maestros que ya no visten de luces pero alumbran con sus palabras, compartían conversación con Zabala de la Serna (y el fotógrafo José Aymá) autor del libro que recoge entrevistas con ellos y otros (Manuel Benítez, Curro, Paula, El Viti…) en una obra lque contradice, para bien,  su título “Ya nadie dice la verdad”.

Caía la noche sobre Sevilla y su Giralda iluminada mientras el viajero, antes de recogerse para intentar un reposo que el despertador debía interrumpir a las nada lorquianas 5 en punto de la madrugada, encaminó sus pasos hacia La Maestranza en silencio, pasó reverencial ante ella, miró hacia Triana, al otro lado del Puente, soltó un olé por lo bajini y fue feliz.

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