Al leer el titular, más de uno habrá pensado que está ante un mamazo a la tele porque es lo que toca y está de moda, que para eso nos dieron bien de comer y de beber en un acto de una precisión en tiempos y ritmos tremendamente acertada. Los gañotes están muy bien -que se lo digan a algunos que son asiduos-, pero es el contenido en sí de lo presentado lo que debe dejarnos calado el corazón y la conciencia. Y el mensaje de Onetoro es claro: bienvenidos al futuro. ¡Por fin!, añado yo en estas líneas que pretenden explicar la importancia fundamental de lo presentado en la sala Zénit.
No. No es la programación en sí lo que rompe y renueva la visión de lo que debe ser la televisión en el toro -que también-; no es la inversión en ingenio, en ideas, en ojos y en manos expertas en lo que hoy desea consumir el aficionado que se sienta en el metro a ver la tele -que también-; es el talento de saber que la forma de consumir contenidos audiovisuales ha cambiado diametralmente de un par de años para acá y hacer el esfuerzo por adaptar esos contenidos al tipo que los ve en el metro. Es aportar elementos que colocan al toro en la senda que ya han caminado otros espectáculos de masas con mucho éxito y aquí, en el toro, la maldita caspa de la tradición y el ‘respeto’ ha mantenido en las cavernas.
Porque está bien retransmitir los festejos con una definición sin igual, y unos comentarios tan certeros que ni el que se pone delante es consciente, y un despliegue técnico que provoque pavor en las empresas que dejan entrar a las cámaras. Todo eso está muy bien. Pero lo importante de verdad es crear un manojo de contenidos variados, que abarquen todo el espectro de edades, que transgredan lo que hemos visto hasta hoy y que busquen la forma de captar la atención de la generación -o generaciones- que la descamación proactiva del pellejo taurino se ha dejado por el camino por no ser capaz de hablar su idioma.
Eso por no hablar de que, de repente, sabemos que hay 117 festejos que se van a retransmitir sí o sí en la temporada taurina. Tenemos, por tanto, una base para el abono anual que hará crecer la plataforma, sabiendo que ya están cerradas Valencia, Sevilla, Madrid, Pamplona, Bilbao -ausente el pasado año de la parrilla-, Salamanca, Santander e incluso ferias francesas, como Beziers, una plaza donde hasta ahora no se ha prodigado la televisión. Todo ello anunciado en Febrero. ¿Alguien se ha percatado de que una previsión es siempre sinónimo de trabajo?
El esfuerzo de Nacho, de Matías y de Luis ha sido titánico para mantener a flote un barco que debemos hacer el de todos para que cada vez sea más grande y, por tanto, más barato. Pero las ideas que han volado sobre la mesa de Hugo, de Javier, de María y de Víctor han sido determinantes para dar el paso a convertir en presente lo que ya extrañaba que fuera futuro. Y han llegado los más jóvenes a aportar su nueva visión de la fiesta. Y han llegado a enseñarnos que la comunicación, tal como la conocíamos, hace tiempo que se terminó, por mucho que nos empeñásemos en seguir hablando esa lengua. Y nos han hecho pensar -al menos a mí- que todo lo que estudiamos en la Facultad no es que fuera desacertado, es que ya no existe.
Por eso la apuesta por la interacción, por ese ToroSlam que pretende ser como la Liga Fantástica de Marca fue en su momento, por la apertura a otras formas de sentir la tauromaquia, por fomentarlas creando incluso un certamen de recortadores, son maneras de acercar el futuro ya no a nuestra televisión, sino a nuestro dispositivo; el que sea. Por eso no me parece descabellado que Ramón Valencia -al que David Casas lanzaba la broma de jugar con él ante la carcajada general-, termine esta temporada enganchado a hacer lo que hace en la vida real, pero sin jugarse la pasta.
Lo que es cierto es que, cuaje o no, habrá muchos aficionados que apoderen a los toreros, que sigan la actualidad taurina real, porque será la que les reporte su puntuación. Y, sobre todo, que se pondrá el reto de hacer que a Fernando Adrián -que estaba esta mañana en la presentación- lo conozca y lo siga tanta gente como a Cayetano, por poner un poner. Porque hay que tener el talento de crear las marcas, y no sólo esperar a pagar por ellas y rogar que no falten nunca. Ese es el futuro que Onetoro ha puesta encima de la mesa esta mañana.
Por eso suscribo las palabras de Álvaro Acevedo en la presentación: «Nacho, Matías, Luis, no os merecéis que os pirateen por 12 euros al mes…».