Hoy, 10 de diciembre, se cumplen veintiocho años de la alternativa de José Tomás, en esa Plaza México que acaba de ganar una batalla (la guerra es larga) más contra la intolerancia y a favor de la libertad.
La suya es la historia de un torero, un grandioso torero, fuera de la norma tanto en los ruedos como en los despachos. Una historia hecha de glorias y sangre derramada que aún- ojalá- tiene capítulos por escribir. Mientras, queda el recuerdo.
Recuerdos que cada cual ordena y pondera desde su propia percepción y que pespuntean la memoria taurina que nutre una afición que, en muchos casos, deviene en pasión.
Más de seis décadas viendo toros no te hacen ni mejor ni peor aficionado, ese carné que muchos se empeñan en repartir o negar según sus filias y fobias. Pero sí suponen un amplio abanico de percepciones con las que cada cual ordena sus preferencias. En las de quien esto firma, José Tomás en lo más alto.
No se trata aquí de hacer balance, citar fechas, triunfos o lo contrario (que también los hay), ponderar faenas…todo ello está a golpe de click en los navegadores de internet y en ellos un “Navegante”, el toro que el 24 de abril de 2010 en Aguascalientes pudo interrumpir para siempre la historia.
Se trata de celebrar a José Tomás, que cumple años de alternativa aunque sea en un año en el que no ha toreado – en las plazas, en el campo sí, cuentan- y que tiene como recuerdo último la tarde del 7 de agosto de 2022, en Alicante.
Ese año José Tomás solo se vistió de luces dos tardes, en junio en Jaén y la de Alicante. Lo hizo además con una modalidad que soliviantó a muchos : solo ante cuatro toros. ¡Sacrilegio! gritaron antes, durante y después de un festejo que transcurrió en un ambiente enrarecido, asfixiante y no solo en lo climatológico. En Alicante fue ya otra cosa, porque allí José Tomás volvió a ser José Tomás y eso son palabras mayores. Ocurrió, especialmente, en el segundo toro, de Domingo Hernández, y la faena, con el toreo al natural como santo y seña, se vivió en los tendidos desde la conmoción que provoca la verdad suprema del toreo y el compromiso ético que lo sustenta.
Y si- decíamos- en 2023 no hemos visto a José Tomás, muchos – otros no, por supuesto, cá uno es cá uno- alimentan la ilusión para ese 2024 que ya mira a la nueva temporada taurina.
Por eso, si de regalo para Navidades y Reyes Magos se trata, el mío lo tengo claro.