Hablábamos hace algunos días de lo difícil que se había puesto entrar en las principales ferias del orbe taurino, lo caro que estaba ocupar uno de esos huecos que daban acceso a un determinado abono. Hace años que quedó atrás eso de «una buena actuación, aun sin cortar orejas, en una plaza de primera te garantiza un número importante de festejos a lo largo de la temporada«. Eso es cosa del pasado; ya para abrirte paso debes tirar la puerta cada tarde donde te anuncias, y muchas veces vemos que ya ni eso vale, y si no que le pregunten a Fernando Adrián.
También es cierto que hay toreros y toreros, pero la mayoría de ellos están viendo como el premio se queda prácticamente en nada. Pero esto ni mucho menos es un alegato al desaliento, simplemente es poner sobre la mesa las cartas con las que se juega una partida donde muchos de los empresarios que tienen la potestad para cambiar esto hacen bien poco porque se lleve a cabo. Esos empresarios que le dieron algo de cancha al sevillano Borja Jiménez en sus inicios como matador, un paréntesis en una carrera marcada por la falta de oportunidades.
Pero como decía Víctor Hugo, «la esperanza es la palabra que Fios ha escrito en la frente de cada hombre”, de ahí que abandonarla no esté en la cabeza de aquellos que buscan abrirse paso, aun sabiendo que muchas veces la partida se juega con cartas marcadas. Uno de esos toreros que vio la luz tras muchos años de ostracismo ha sido Borja, que este 2023 pudo tener —al menos la opción— de demostrar todo aquello que se le venía cantando.
Lamentablemente, sus apariciones en los ruedos españoles eran contadas, su evolución se venía dando en el campo, allí donde se pulía un diamante en bruto que ningún apoderado había sido capaz de ver. Junto a su hermano, otro espada maltratado por un sistema que nunca valoró aquello que había realizado en el ruedo, se hacían kilómetros y kilómetros para tentar y lidiar toros a puerta cerrada. El volcán de los Jiménez estaba a punto de entrar en erupción.
Únicamente se vistió de luces una tarde en España en 2022; fue en su Sevilla, plaza donde en su época de novillero había descerrajado la Puerta del Príncipe. Pese a tener únicamente un toro, dejó el poso de un torero maduro, encajado y con un concepto de buscar siempre reunirse con los toros. Pasó el año de finca en finca, su temporada en este campo había sido, como las anteriores, larga y muy productiva. Pero 2023 venía buena nueva: el torero de Espartinas había encontrado quien se fijase en él.
Julián Guerra tomó su carrera en silencio, quería saber si aquello que le habían contado era cierto. Borja andaba cuajado, redondo, no se podía dejar a su suerte a un torero así. Salamanca fue el cuartel general donde comenzaron su andadura, aun sin tener cerrado nada. Poco a poco se veía la luz al final de un túnel en el que había estado demasiado tiempo. Por el contrario, llegaría el premio de la confirmación de alternativa el Domingo de Resurrección, misma tarde donde años atrás su maestro Juan Antonio Ruiz ‘Espartaco’ lo doctoró como matador de toros en presencia de José María Manzanares.
No hubo triunfo, pero sí la afición venteña vio a un torero por el que apostar. Antes de su paso por Madrid había triunfado en corridas como las de Cantillana -cuajando a un toro de Gallardo al natural- y en el primer festejo de la Copa Chenel. San Agustín de Gualadix y Alarpardo fueron dos pasos más en una temporada donde, pese a no haber tenido suerte tampoco en Sevilla, seguía sumando adeptos. Un festejo este último donde la polémica le dejó fuera de la final: un aviso a destiempo -y no la misma medida con otro actuante como Juan del Álamo- sería el palo en la rueda que no le permitiría llegar a esa ansiada final.
Pese a ello le llegó el premio de Pamplona y Madrid, dos plazas donde toreará las corridas de Escolar y Robert Margé los días 8 y 16 de julio. Pero esta no es la única plaza donde el joven espada de Espartinas estará anunciado. Borja tendrá la oportunidad de debutar en un coso de tanta importancia para el aficionado como Cenicientos, que apostó a principio de temporada por él y con la que Borja no dudó en coger el guante. Será en la corrida concurso del próximo 15 de agosto en una tarde donde hay reseñados animales de Palha, Tomás Prieto de la Cal, Murteira Grave, Francisco Javier Araúz de Robles, José Escolar Gil y Los Maños.
Una temporada que poco a poco va tomando otro color, un año donde su presencia, aun sin triunfo, en Sevilla y Madrid le ha dado un plus más para conseguir entrar en otras plazas como Pamplona. Su paso por la Copa Chenel también ha sumado para que entre de lleno en ese vagón de toreros con serias opciones de romper e ir subiendo peldaños. Una profesión dura e ingrata como la que más, pero también la más bonita del mundo. Esa donde un torero es capaz de cambiar su sino con su espada y su muleta; ojalá a toreros como Borja Jiménez no le corten la ilusión como hicieron con otros tantos, porque no hay nada más injusto y doloroso para un torero que no premien aquello que se gana en el ruedo.