La imagen fue captada por la cámara de Muriel Haaz el pasado domingo en el Coliseo de Nimes. Simón Casas y Juan Bautista -hasta hace sólo unos meses íntimos enemigos-, disfrutaban juntos de la última tarde de El Juli en la plaza en la que tomó la alternativa 25 años añtes. Y es precisamente ese dato el que entendemos que propicia el ‘hermanamiento’ entre el productor de Nimes y el empresario de Arles, los dos máximos mandatarios del toreo en Francia. En la Francia que no manejan las comisiones de aficionados libres.
Nos referimos a la retirada de El Juli porque está siendo la espoleta que ha puesto en estado de alarma los cimientos del sistema. En cuanto se han visto con un figurón veterano diciendo adiós, con otro en Sevilla con una muñeca al bies, con otro toreando cuando le deja la espalda y con el mejor imán lesionado por porrazos fuertes que se lleva para seguir siendo quien es, es cuando los más avezados se han puesto a pensar. Y los dos franceses, matadores ambos, con toda la vida en este ‘chocolate’ ambos, con la mira puesta en seguir viviendo de esto muchos años ambos, han comprendido que, en lugar de alejarse cada día más, deben hacer frente común como hacen los toreros para que se llene la plaza y que el empresario no sepa cuál de los tres es el que ha obrado el milagro. Aunque lo saben.
De esta froma, si se unen los dos ‘jerifaltes’ del toreo francés, no sólo dan un paso adelante para dominar la Francia taurina, sino que se convierten en un eje con muchas plazas de elevada entidad para dirigir el cotarro empresarial, donde todos van como puta por rastrojo, por mucho que se junten en esa entidad obsoleta y trasnochada que llaman Anoet y que no es otra cosa que el cubículo donde se piensa cómo rentabilizar las medias plazas porque entre todos no tienen talento alguno para crear figuras nuevas que renueven el escalafón. Aunque las tengan delante.
Escrito tenemos en este medio que el buen empresario no es el que hace carteles para llenar, sino el que llena con los carteles que hace. Y si no, que se lo digan a esos de la clase media, apartados de ese sistema, que se desloman para promocionar cada festejo que organizan y para ensalzar a cada torero que anuncian y luego tengan que palmar pasta porque lo que ganan con los que hace años que deberían ser figuras lo pierden con la figura que anuncian, que no perdona ni un duro porque, amigo, en esto del toro hay muchas vece3s que te toca ser yunque y aguantar; pero todos pegan con todas sus ganas cuando les llega la ocasión de ser martillo.
Ahora son Simón y Bautista, Bautista y Simón, quien, como buenos matadores, deciden anunciarse juntos -conjugar sinergias, que se dice ahora- para hacersecon el control de todo. Y ellos lo tienen más fácil aún, porque hay toreros que Francia sí ha sabido convertir en imprescindibles en las ferias -los Luque, Juan Leal, Emilio de Justo, Diego Urdiales y hasta Alberto Lamelas, Fernando Robleño o Morenito de Aranda- que se escapan de la falta de sitio, de promoción y de ‘mimo’ que se les ha ofrecido en España.
Ahora se suma a la nueva baraja un arrollador Fernando Adrián, y ya está en ella Tomás Rufo desde que tomó la alternativa, pero es que si miramos a las corridas ‘duras’ tanto Damián Castaño como Juan de Castilla han llamado a gritos a las puertas del sistema desde una plaza de Madrid que debe servir de algo. Y donde está Simón Casas, aunque su representación sea ahora minoritaria. Él lo sabe, y puede ser cualquier cosa menos tonto. Por eso su alianza con Juan Bautista lo vuelve a convertir en hombre fuerte del toreo; porque tal vez, entre ambos, puedan hacerse los más fuertes.
Y los demás cambiando cromos en el parque para terminar el álbum de un mundial que ya pasó…