DESDE EL SUR

Las claves de la vuelta de Talavante: ¿Por qué no ha roto aún su regreso?


miércoles 25 mayo, 2022

En Córdoba, pese a las aristas de su lote, Talavante marcó ese camino que le hizo ser reconocido por todos. Le quedan dos tardes más en Madrid para confirmar lo visto en Los Califas, poco a poco el extremeño va volviendo a su ser. Por delante tiene una temporada que ni mucho menos está exenta de esa exigencia que siempre buscó Alejandro.

Talavante
Talavante en Madrid. © Luis Sánchez Olmedo

Cuando un torero decide poner distancia con aquello que le mantuvo vivo durante tanto tiempo hay que pararse y analizar el por qué de dicha situación. Alejandro Talavante puso distancia con los ruedos en la Feria de El Pilar de 2018, sin hacer un gesto de más, sin anunciarlo a bombo y platillo, lo hizo con un escueto mensaje en sus redes sociales: «Alejandro Talavante se retira por tiempo indefinido». Como era lógico creo un cisma entre los aficionados, más si cabe cuando esa tarde había plasmado en el ruedo de La Misericordia una faena repleta de intensidad.

Se desligó -aparentemente- de la tauromaquia, convirtiéndose en hombre más de a pie, en un joven de su edad que disfrutaba del tiempo con sus amigos, aprovechando para viajar e ir a lugares en los que en una temporada normal no podría visitar. Pero Alejandro no pudo evadirse completamente de este mundo; más si cabe cuando también es ganadero de bravo. Poco a poco ese gusanillo volvió a merodear por el estomago del extremeño, se hacía presente sin a penas buscarlo. Fruto de ello fue el anuncio de su vuelta para la temporada de 2020 junto a José Miguel Arroyo «Joselito» y Joaquín Ramos, dos genios de esto del toreo Pero la pandemia primero y el fallecimiento repentino de Joaquín Ramos después pararon en seco dicha reaparición. El golpe había sido demasiado duro.

Talavante seguía puliendo su toreo en el campo, en silencio, en solitario, solo para unos cuantos privilegiados que tenían la fortuna de verle. Con el paso de los meses la cosa fue tomando otro cariz, los nubarrones parecían desaparecer poco a poco, fruto de ello fue el anuncio de su contratación en Arles en septiembre de 2021. Según podíamos leer y ver posteriormente en vídeos, volvió como se fue. Fue una tarde para el recuerdo en la que compartió salida a hombros con Andrés Roca Rey. Esa preparación en el campo había traído consigo a un torero algo distinto pero con la esencia de siempre.

Pero tanta inactividad, tanto tiempo sin palpar a los públicos afecta. Se pierde ajuste, se tarda en cogerle el pulso a la embestida del toro. El campo te da rodaje, te macera, pero no es nada comparado a la exigencia de una plaza como la de Madrid, esa que te mide como lo que realmente eres, una figura máxima del toreo. Es muy lícito volver en Madrid, hacerlo por todo lo alto, pero no es menos cierto que la casa debe empezarse por los cimientos. Este tipo de reapariciones tienen esos riesgos. Pese a que te ves preparado aún no le tienes cogido el pulso a la temporada y Madrid eso lo ve muy rápido. Una oreja a un toro de Jandilla y una actuación de menos a más con la de Gracigrande son el balance de sus dos primeras tardes en la primera plaza del mundo.

El resultado puede parecer corto pese a que hay muchos compañeros que tienen menos bagaje que el extremeño en este San Isidro. Pero a los toreros como Talavante se les debe exigir, porque entre otras cosas ya conocemos cuales son esas virtudes, por eso su reaparición va a ir tomando cuerpo con el paso de los festejos, no hay que querer correr demasiado, el tiempo hará que las piezas del puzle encajen. Sin ir más lejos eso que se vio a chispazos, a cuentagotas en Madrid se redondeó todavía más en Córdoba. Era su tercera corrida del año y ya le estaba tomando el aire a la temporada. Después de mucho tiempo sin saber de él, este Talavante empezó a recordar al gran Talavante.

La tranquilidad que da verlo todo desde un segundo plano es esencial para este tipo de reapariciones. No dejarte llevar por los primeros impulsos; lógicos en ciertos momentos, y valorar todo con cierta distancia. Como dijimos es normal que las piezas encajen con el tiempo, los toreros no son máquinas, pero por otro lado quizás hubiera sido más acertado volver a principios de temporada, rodarse por plazas de menos fuste y llegar a Madrid en el punto óptimo. Pero Talavente quiso irse como se fue, en una plaza de máxima exigencia, y no seremos nosotros los que les digamos como plantear su carrera. Ojalá que Talavante ya le haya tomado definitivamente el pulso a la temporada, porque su torero es más que necesario.

En Córdoba volvió a verse a ese torero puro e intenso, ese que busca romperse con el toro detrás de la cadera. Un toreo de caricia pero también de mando, ese que domeña las embestidas, ese que las cruje si aparente esfuerzo. Talavante busca expresarse por la vía del ritmo, del toreo de cintura y muñecas, ese de zapatillas asentadas y toreo en redondo. No es torero de medias tintas por eso tras su paso por Madrid era consciente que su nivel real no era el que demostró a cuentagotas en Marid, por eso se le veía en el rostro que no estaba conforme con lo plasmado en el ruedo venteño. En Córdoba pese a las aristas de su lote marcó ese camino que le hizo ser reconocido por todos. Cuajó al bravo ejemplar de un ganadero genial como es Álvaro Núñez, una divisa que se abre paso a base de embestidas con talento. Le quedan dos tardes más en Madrid para confirmar lo visto en Los Califas, poco a poco el extremeño va volviendo a su ser, por delante tiene una temporada que ni mucho menos está exenta de esa exigencia que siempre buscó Alejandro.