TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
Que conste que no ha sido por lo demostrado en la tarde de hoy, porque no ha sido esta su mejor actuación en Las Ventas, pero la serenidad, el aplomo, la condición física, la intuición y los conocimientos que muestra Francisco de Manuel le hacen estar a años luz. No sólo de los compañeros de hoy; de casi el 80 por ciento del escalafón inferior -hay algunos ‘sólo’ a unos miles de kilómetros-.
Apenas se inmutó cuando se le vino por dentro el tercero y le visitó el calcañar, una vez el de cada pierna. A lo suyo, a tragar sin un mohín, a ofrecer el trapo como si fuera franco el gris que tenía delante y a buscar terrenos para eliminar querencias. Porque tiene aún muchas cosas que decir y si desperdicia las oportunidades tendrá que seguir callado. No, eso no puede ocurrir en la mente de Francisco, al que le sobra valor para ponerse e inteligencia para ir evolucionando. Por eso ya no pone banderillas, uno de los que resultaron ser puntos flacos en sus anteriores actuaciones en Madrid.
Flacos son muchos puntos de Ángel Jiménez, que es capaz de lo mejor y de lo peor sin dejar la misma actuación con el mismo toro. El de Écija tiene tanto gusto como apariencia de fragilidad