EL TENDIDO DE LOS SASTRES

El regreso de Doña Dolores


domingo 21 agosto, 2022

Lo cierto es que la corrida, en líneas generales, mantuvo siempre el nivel de interés que aporta el protagonista principal, tantas veces convertido en secundario: el toro.

Bolivar
© Pablo Ramos

Que en una feria como la de Bilbao, esa Aste Nagusia que intenta recuperar su pulso perdido no sólo en el paréntesis pandémico resulta paradógico que los toros de doña Dolores Aguirre, ahora con su hija Isabel al frente, hayan tardado veinte años en pisar el ceniciento ruedo (José Bergamín, tan suyo, renegaba de él porque – decía- eran las cenizas de los toreros muertos).

La paradoja viene tanto porque Bilbao se precia de que en Vista Alegre, transmutada en BIVA, sale el Toro, una mayúscula que pretende diferenciarlo de la mayoría de cosos y no seré yo quien lo cuestione, como por el abolengo y estirpe de la ganadera vizcaína, aunque sus toros se críen y pasten en tierras sevillanas.

Sí, regresaron a Bilbao los toros de Doña Dolores pero no parece que la afición bilbaína – y los visitantes- se diera por aludida a tenor de la respuesta en los tendidos multicolores.

Lo cierto es que la corrida, en líneas generales, mantuvo siempre el nivel de interés que aporta el protagonista principal, tantas veces convertido en secundario: el toro.

Ninguno fue un dechado de bravura (todos muy castigados en varas) más bien lo contrario, pero a su irreprochable presentación añadieron un comportamiento que puso a prueba a sus matadores. 

El mejor librado fue Damián Castaño, convaleciente de un tremendo percance sufrido hace pocos días en Cenicientos y que hacía su presentación en El Botxo.

Si llega a matar como debía, sin duda hubiera obtenido la recompensa que mereció la faena y, quien sabe, el rédito posterior en forma de contratos.

La espada fue el único borrón para una faena plena de entrega y conocimiento, que no siempre van de la mano.

Manso encastado el toro y frente a él Damián Castaño planteó la faena con economía de terrenos, dejando siempre la muleta en el hocico para que el toro repitiera las embestidas hasta conseguir tandas en redondo ligadas, templadas, incluso sentidas

Hubo otro toro, el tercero, que también ofreció opciones a un Román muy dispuesto.

En su lote, ni los toros ni Luis Bolívar llegaron a entenderse.

Queda una semana de toros por delante, Bilbao en fiestas y en ellas las corridas de toros deben recuperar la presencia y relevancia que hasta no hace tanto tuvieron. Entre otras cosas para dejar en ridículo a  los tan escasos como insultadores habituales se concentraban esta mañana en el centro de la ciudad clamando contra la tauromaquia y que tienen su parcelita propagandística en los mismos medios de comunicación que denigran y  ocultan el toreo( salvo el gran José Ribagorda).