NO VINE AQUÍ PARA HACER AMIGOS

Donaire o la fuerza del sino


martes 25 marzo, 2025

El novillero está parado, con una bolsa para hacer sus necesidades desde aquel maldito día, y, aunque sea con ella, volverá a torear

Alberto Donaire
Alberto Donaire, en una vuelta al ruedo.

Fue uno de los percances más duros de la pasada temporada, pero el eco mediático no estuvo a la altura de la magnitud de los destrozos. Ni tampoco de sus severas consecuencias. Los periodistas, sobre todo los especializados en información taurina, se hicieron eco de la noticia, pero Alberto Donaire no es tipo al que le guste mercadear con el morbo. De tal manera que desde el pasado 6 de octubre, fecha en la que un novillo le reventó por dentro en Valencia cuando trataba de darle muerte, apenas hemos sabido de él.

Su presencia en redes sociales es activa, pero discreta. No hace ostentación ni se recrea en su desgracia, de modo que la lucha que lleva desde hace cinco meses es sigilosa y callada. A través de sus perfiles, y de unas breves notas de agencia que fueron publicadas en los portales temáticos, supimos que había llegado a un acuerdo con Santiago Garay, su mentor en esta temporada, y que había vuelto a ponerse delante de los animales a primeros de año, en la ganadería de El Valle Blanco.

Pero lo que pocos saben es cómo está Donaire por dentro. Tampoco las duras consecuencias de la cornada, ni los problemas derivados de la misma. Que después de que el animal le reventara los esfínteres se sometió a una colostomía, que superó una peritonitis y que sus consecuencias le obligan a visitar regularmente a los doctores para que sigan de primera mano su evolución. Que está parado, con una bolsa para hacer sus necesidades desde aquel maldito día, y que, aunque sea con ella, piensa en torear ahora, dentro de unos días.

La empresa de Valencia le prometió el pasado año, cuando aún estaba hospitalizado, que sería el primer torero contratado en esta plaza para esta temporada 2025. Y su nombre puede leerse impreso en la novillada de la Virgen de los Desamparados, el sábado 10 de mayo, junto a Borja Escudero y Nacho Torrejón para lidiar un encierro de Casa de los Toreros.

Ese día, este torero de Calahorra pero afincado de tierras valencianas, regresará al lugar de los hechos, volverá a mirarle la cara al toro, y aún con las secuelas visibles de aquel tabaco, pisará la misma arena con el afán de perseguir el triunfo, pero, sobre todo, de volver a sentirse torero. Lo que siempre quiso ser. La vocación que nadie le logrará arrebatar. Ni siquiera aquel novillo ensabanado esa aciaga tarde de otoño.

Su gesta será, sobre todo, íntima. No ocupará portadas ni rellenará espacio en los telediarios. Son los resultados del interesado gueto informativo que sufre este arte. Incluso muchos de los espectadores que acudan ese sábado al coso de la calle de Xàtiva desconocerán lo que oculta ese torero detrás del traje de luces. Y como Alberto ni ha pedido ni quiere compasión lo juzgarán como si estuviera en plenitud de facultades.

Su victoria será otra. La de un tío que regresa por donde se fue, con la única intención de volver a jugarse la vida, de ponerse de nuevo en la vía del tren, y tirar la moneda otra vez. Saldrá cara, torero. Seguro.