EDITORIAL

El sector tras la crisis de Onetoro: se busca pagafantas


sábado 28 septiembre, 2024

El temor a que cambie el estatu quo en un mundo sin industria deja a los actores a la espera de un milagro en forma de plataforma audiovisual

Román Cámara
Román, con una cámara delante. © Plaza 1

Están calentitos con el asunto. Nos ocupamos de recoger las opiniones de los actores principales de una crisis que le ha cantado el jaque a la Tauromaquia -sin que ésta se dé por enterada- y casi todos tienen una opinión, pero se agazapan, se esconden. Te dan la versión oficial y la que se guardan para los de casa. Permanecen a la expectativa, con la esperanza de que al final -como casi siempre- llegue un nuevo pagafantas para jugar una partida en la que ya no sirven las reglas. Primero, porque el que llegue -si llega- no las puede aceptar, si no quiere suicidarse (a las pruebas nos remitimos). Y segundo, y principal, porque ya no sirven para ordenar un negocio que debe ser para todos o no ser, porque ya no tiene futuro, tal como está planteado.

Los que deberían hablar sobre el particular, analizar la situación y tomar medidas al respecto tienen miedo. Miedo de que todo esto suponga un cambio que ellos no puedan controlar. Miedo a que la cuota de poder adquirida a lo largo de los años -y con una capa de roña difícil de desinfectar- cambie de manos y, por tanto, de equilibrio. Miedo a que la tauromaquia avance sin que ellos estén preparados para lo que llega, porque nunca se plantearon cambiar. Y miedo, por fin, a las represalias que atisban porque saben que al final «van a jugar los mismos 11 cabrones de siempre», como decía J. B. Toshack. Todo eso da mucho miedo cuando no estás dispuesto a abrazar el cambio y, por consiguiente, no estás preparado para que llegue.

Miren, al mundo del toro hay que cogerlo por las puntas y comenzar a sacudirlo hasta que no le quede caspa. Hay que reconvertirlo en un negocio rentable para todos, y no sólo para los que ahora saben rentabilizar su ruina. Pero nadie ha mirado hacia los lados para apoyarse a la hora de elegir el camino que hay que mirar para ir hacia adelante. ¿De verdad hay alguien que entienda por qué un juego de 22 tíos en calzoncillos dando patadas a un balón superó en interés a un espectáculo donde se mata y se muere de verdad? Pues ocurrió. Porque ese juego y sus gobernantes supieron abrazar el cambio. Y, sobre todo, supieron hacia dónde tenían que mirar.

De poco sirve, ahora, echar la vista a aquéllos tiempos, pero, ya que no podemos, miremos, entonces, lo que tenemos delante y sus posibilidades. No esperemos que llegue otro pagafantas a financiarnos la fiesta haciéndole creer que esto va a ser la panacéa. Porque los dineros ya no són los que eran. Ni el interés -aunque nos hagamos trampas al solitario e incluso hayamos repuntado en este sentido-. El público busca una comunicación del siglo XXI, una plataforma que no le pierda el respeto a la tecnología y para la que esté bien claro que lo ideal sería que fuera RTVE, la que pagamos todos -bien cara- y parece que el toro no cuenta en esa casa. El abierto es el que le haría un bien a la fiesta y sacaría del ghetto, pero incluso el futuro del audiovisual apunta al pago, a Internet y a los dispositivos diferentes de la Caja Tonta.

Con todo eso debe lidiar el pagafantas que llegue. Y con amenazas de huelga -como la que tuvo Manolito Chopera en 2015 por atreverse a experimentar con el streaming y dar la entonces llamada Feria del Aniversario-; y con exigencias abusivas, muy poco proporcionales al protagonismo de cada uno en el espectáculo; y con medidas destinadas no sólo a defender su parcela, sino también a perjudicar al que debería ser tu socio en esta aventura. Socio, sí. Eso es lo que los estamentos del toreo deberían ser ser promotor de la siguiente iniciativa -si la hubiere-. Socios a partes no iguales, sino proporcionales; no según lo que quieras, sino según lo que generes. Y si no lo generas en cash, por lo menos hazlo en trabajo, en el andamiaje de una herramienta que debería ser beneficiosa para todos. Lo que no puede ocurrir es que todos esos sectores se remonten a derechos adquiridos cuando la vaca aún no quedaba nunca machorra.

En los próximos días iremos publicando las opiniones de toreros, empresarios, ganaderos, profesionales taurinos y también, por supuesto, de periodistas especializados que también tienen mucho que aportar en un área donde son los principales expertos, por encima de todos los demás: la comunicación. Con todos ellos elaboraremos un informe, un espejo que reflejará la imagen actual del problema. Y, conociéndolo, tal vez conozcamos también a nuestro enemigo, porque, como decía Belmonte: «Lo conocido no asusta».

Tendría que vivir Juan los tiempos que nos ocupan. Igual no volvía a repetir la frase…