EDITORIAL

Roca Rey: diez años de toros, cornadas y púrpura del ‘Rey del Rock’ de las plazas


martes 21 enero, 2025

Decida torear 40 o decida que sean 70, Andrés llenaría las tardes que quisiera anunciarse, y eso es lo que lo hace caro

Roca Rey En Hombros Montaje
Desde su alternativa, Andrés Roca Rey se ha convertido en el primero en la taquilla

Ya van diez años. Parece que fue ayer. Ni siquiera: todos creeríamos que aquel imberbe que llegaba al escalafón superior en el Coliseo de Nimes de manos de Enrique Ponce no lleva aún un cuarto de hora en esto. Porque aún no tiene los treinta y ya está cosido a cornadas, cuarteado en parte por el peso de la responsabilidad y acostumbrado a que el punto de mira de todos los rifles esté siempre en su nuca. Ha ganado dinero, claro que sí, pero es que Andrés nunca tuvo que pasar hambre. Su obsesión vital siempre fue, es y será la de mandar en el toreo, pero sobre todo, revitalizarlo, dejarlo mejor que lo encontró cuando él llegó a este mundo. Y es exactamente eso lo que está haciendo.

Pero para gobernar este sindiós que es el toreo hay que tener dos cosas: mucho valor y una cintura que se cimbree cual junco. Porque todos piden hasta cuando te quieren dar, y hasta el que paga una entrada para ver a los otros dos del cartel -que ahora está muy de moda decir que a Roca Rey no pagan por verlo- se permite el lujo de exigirle porque le ha dado el derecho la taquilla. La taquilla. Siempre la taquilla. Qué sería de Andrés en este ‘chocolate’ si no fuera el que manda en la taquilla…

Hay que pararse a analizar, sin embargo, qué ha sido lo que ese chiquillo que aún podría sacarse el carné joven de la Comunidad de Madrid le ha dado a ese toreo que hoy comienza a colgarse vitolas renegando de su presencia. Parece que no eres buen aficionado si te gusta Roca Rey. Pues es que, mire usted, Roca Rey es lo más parecido que tenemos en la tauromaquia a una superestrella. Al ‘Rey del Rock’, que es lo que viene a ser en esto el que arrastra miríadas de jóvenes tras él para poblar tendidos. Sea en 40 tardes que decida anunciarse o en 70. De hecho, ha sido precisamente la elipsis de Andrés esta Navidad la que ha provocado todo tipo de rumores que venían a anunciar incluso el juicio final porque el chico se hubiera cansado -que no lo ha hecho- de soportar en los lomos el cimiento del toreo.

Pues van diez años ya. Porque a estas alturas ya sólo se recuerda si quiere torear con uno u otro -en eso consiste mandar en el toreo, nos guste o no-, pero se tiende a olvidar que era aún un niño cuando vino a poner el ‘huevo’ donde otros ponían el trapo; vino a asustar al tendido sacando tela por el lado contrario y desviando al tren que se lo llevaba puesto; vino a competir, a proponer, a refrescar y a revitalizar un escalafón que estaba completamente anquilosado en la sota, el caballo y el rey -casi las mismas figuras que siguen activas hoy-. Ese, y no otro, es su mérito. Y por eso -casi 600 festejos más tarde- la taquilla está con él.

Sin embargo, ahora que todos miran cómo se sigue comprometiendo con el toreo en el que manda, puede decidir (y decide) torear gratis en México para contribuir a recaudar fondos para combatir el cáncer infantil. Puede decidir (y decide) anunciarse en el Coliseo de Arles el Domingo de Resurrección después de haber estado el Sábado Santo en Málaga, y comerse una Semana Santa en dos plazas de primera categoría separadas por casi 1.400 kilómetros. Y, tras él, su legión de seguidores a la que el toreo deberá siempre estar agradecido. Ese es su superpoder.

Por eso, ahora que se comenta que Andrés quiere torear menos ganando más, podríamos pensar -según el sentido común- que si quisiera ganar más, torearía más… Al precio que lo ponga, porque el peruano sigue garantizando el lleno. Luego el empresario no le pregunta al que compra la entrada si entiende de tauromaquia o si es purista, torista o mediopensionista; le pregunta al apoderado del peruano cuánto quiere ganar, porque algo tendrá el agua cuando la bendicen, que decía el otro. Y a ésta le dan con el hisopo en el toreo, la moda, el cine, la gastronomía y hasta la prensa rosa, porque ya quisiera cualquiera presentar -para cobrar- las credenciales que presenta Andrés.

Lo demás es paja…