Después de una catástrofe de la magnitud de esta DANA que ha asolado el Levante español, uno tiene la impresión de ser muy poco en comparación con el universo que nos rodea. Tanto, que se llega a comprender la necesidad de permanecer unidos ante la adversidad que se nos plantea, entendiendo que solos no llegaremos muy lejos. Lo ha entendido el mundo del toro, que siempre es de los primeros en ofrecer su ayuda, su solidaridad y su servicio desinteresado a cualquier causa humanitaria, como lo han entendido todos los demás sectores de la sociedad que están fuera del mundo irreal del presidente Pedro Sánchez, al que esa frase lapidaria -«Si necesitan ayuda, que la pidan»– se la deberían grabar en el epitafio. Y sí: hay demasiados vídeos en las redes sociales en los que se escucha al presidente decirla. Palabra por palabra, oiga, diga lo que diga la maquinaria de desinformación que se ocupa de crear el caos tras las cagadas del líder máximo.
Pues debe saber que al toro, señor Sánchez, esa actividad de la que usted abomina -no está claro si por pereza para analizarla o por incapacidad para comprenderla- jamás hubo que pedirle ayuda para estar con el pueblo del que nunca ha terminado de salir y del que jamás lograrán moverlo. El toro ha celebrado festivales por cientos para paliar los daños provecados por las catástrofes más grandes de siglo XX y también del XXI, ha llevado la esperanza a hospitales de niños enfermos y ha llevado la garantía de la supervivencia a centros de caridad. Todo eso ya es mucho más de lo que el Gobierno que usted preside es capaz de poner en marcha. Y, por ello, vuelve a ser el toro -al igual que otros sectores ponen en marcha iniciativas solidarias- el que se preocupa por los caídos, por las familias damnificadas, por los que se quedaron sin hogar, sin recursos o sin un cuscurro de pan para paliar el hambre. Valencia ya ha anunciado un festival, que pretende ser masivo, liderado por José María Manzanares y con la presencia anunciada de todas las figuras para garantizar un lleno en el coso de la calle de Xátiva.
A esa iniciativa, que puede erigirse en la principal del mundo del toro para con las zonas afectados, debemos sumarle ofrecimientos como los de determinados ganaderos para donar un animal para lidiarse en el festival que lo requiera o incluso para celebrar tentaderos benéficos en sus fincas, caso de Guadalmena. Y es que se encoje el corazón viendo los mensajes desesperados de Luis Blázquez, quien era flamante nuevo tercero de Borja Jiménez, y ahora relata -con el barro hasta las orejas- la sensación de soledad que tienen los habitantes de su pueblo, desamparados por su Gobierno. Junto a él, Aarón Palacios, Miguel Senent, Nek Romero, Bruno Gimeno… matadores y novilleros que aportan su esfuerzo y su empuje para volver a la vida normal, si es que esa normalidad pudiera regresar tras este drama.
En la distancia de las tierras americanas que ahora celebran su actividad, valencianos ilustres como Enrique Ponce y Román claman por ayuda y agradecen el esfuerzo y el trabajo de la gente que ha decidido colaborar con los vecinos para restablecer la habitabilidad en esos pueblos, donde se celebran muchos de los festejos populares más importantes del mundo, origen de la tauromaquia moderna. Lo sabe Félix Azcona, padre de las ganaderas Hermanas Azcona, que ha enviado allí sus excavadoras para contribuir al restablecimiento de la normalidad.
Todas esas manifestaciones claman en una misma dirección, con una misma voz, y no pretenden pisarse el cuello unas a otras, porque saben que son otros los importantes y que es en esa importancia en la que hay que poner el foco. Esa unidad del toro, que siempre tuvo cuando se trató de ayudar -aunque después se sumergiese en guerras cainitas en sus entrañas- viene muy bien hoy para mostrarle al peor Gobierno de la historia de este país, que si por algo se conoce a los españoles es por su unidad ante el enemigo común. Vayan a preguntarle a Napoleón dónde comenzó su debacle…