EL EXILIO INTERIOR

De México a Éibar


viernes 10 junio, 2022



Eibar

Un juez mexicano ha dado carpetazo a los toros en la Monumental Plaza México. Y un alcalde, el de Eibar, anuncia la demolición de la plaza de toros de la ciudad armera. No es lo mismo, ni por historia y no por trascendencia, pero ambas son noticias que vuelven a poner en evidencia el hostigamiento de los poderes políticos y judiciales a la tauromaquia, un suma y sigue que ya ha sentenciado el toreo en ciudades y pueblos, aquí y allá. Y seguirán, claro.

La historia taurina de México y, en este caso, la del Coso de Insurgentes, el de mayor capacidad de público de todo el planeta de los toros, se escribe con letras de oro. La lista de grandes toreros mexicanos y su aportación a la riqueza de las suertes del toreo es interminable y en la Feria de San Isidro recién terminada ha quedado constancia de que siguen surgiendo nombres. Pero además, en el viaje transoceánico de ida y vuelta, son muchos los toreros españoles ídolos de aquella afición y también quienes encontraron allí un lugar que en España se les negaba y, de entre ellos, más de uno regresó a su patria y fue figura.  

Por eso la resolución judicial- a falta de que fructificase un último recurso- es de una trascendencia enorme.

Como también lo es- desde otra dimensión, por supuesto- que el Consistorio eibarrés, con su alcalde socialista al frente, haya ordenado demoler una plaza ya en desuso desde hace años para- argumentan- “mejorar la calidad de los entornos urbanos de la ciudad y emplazar un nuevo parque y zona de esparcimiento deportiva”. A la cultura y la historia que les den, se le ha olvidado añadir.

Sí, Eibar (la primera ciudad en izar la bandera republicana en la madrugada del 15 de abril de 1931) tiene su propia historia taurina y la plaza ahora derruida se inauguró en 1903, con nada menos que Cocherito de Bilbao en el cartel. Una plaza que quedó casi totalmente derruida en la Guerra Civil y que con el  esfuerzo de muchos se reinauguró en 1963.

Una historia taurina  de la que el pintor eibarrés Ignacio Zuloaga dejó constancia en algunas de sus obras, como la titulada “Corrida de toros en Eibar”, que data de 1899.  En memoria de Zuoloaga se organizaron durante años festejos taurinos, el último de ellos – al que asistí- con Pablo Hermoso de Mendoza, Esplá y el llorado Iván Fandiño en el cartel.

De Eibar era también Pedro Basauri “Pedrucho de Eibar”, torero de arrojo y valor, que tomó la alternativa en la plaza de toros de San Sebastián en 1923, protagonizó películas y que desde los dos años de edad, cuando su padre, maestro armero fue a trabajar a Barcelona, vivió en la capital catalana, en cuya plaza de Las Arenas, en 1915, tuvo una tarde memorable, como lo fue más tarde en Sevilla, saliendo a hombros por la Puerta del Príncipe. En Barcelona montó una pastelería en el Paseo de Gracia y su porte distinguido se hizo célebre entre los barcelonesas- y las barcelonesas., a las que, al cruzarse con ellas en la calle, saludaba destocándose del sempiterno sombrero. Y en Barcelona fundó una escuela taurina por la que pasaron aspirantes a la gloria, que luego fueron toreros destacados, como Enrique Patón.

Todo eso nada ha importado a los políticos locales de Eibar para cargarse la plaza y ciscarse en la historia. No son los primeros ni, me temo, serán los últimos.