En poco más de un mes Argentina elegirá en segunda vuelta nuevo Presidente entre el peronista Massa y el – vamos a llamar- ultraliberal y populista Milei.
Como este es un portal taurino y además Argentina queda geográficamente lejos solo decir, para quien no lo sepa, que Milei (que se comunica a través de una medium con su perro muerto hace años y al que clonó para tener cuatro más, a los que trata como si fueran sus hijos) y que es el candidato de la motosierra, artefacto que nos lleva a pensar en cine gore y que ha utilizado como símbolo de su pretensión de arramblar con todo y allá penas derechos y libertades.
Ayer mismo se publicaba un manifiesto de apoyo a tal personaje que incluía a ex mandatarios- todos ellos entre la derecha y la ultraderecha -de distintos países latinoamericanos a los que se ha añadido Mariano Rajoy, que pasaba por allí y Mario Vargas Llosa, eximio escritor, taurino de pro y cuyos pinitos políticos han ido de fracaso en fracaso.
En Valencia, el nuevo Conseller de Cultura, el matador de toros Vicente Barrera (de VOX) se ufanaba con chulería hace unos días de haber retirado las subvenciones a distintas entidades culturales valencianas “por ser catalanistas” y, por el contrario, donar trescientos mil euros a la FTL.
Y ahora va el cantante argentino Andrés Calamaro, que también opta a convertirse en aguerrido defensor de la tauromaquia, y, después de manifestar sus simpatías por VOX- cá uno es cá uno- proclama su apoyo al candidato argentino de la motosierra y , de paso, se cisca en la investidura de Pedro Sánchez , que- dice entre otras cosas de similar enjundia – “lleva al Reino a una dictadura progresista comunista”.
Y, claro, el taurinismo celebra todo ello y aclama a sus abanderados, incluso les dedica editoriales.
Flaco favor, creo.
Quien esto firma lleva años denunciando el clamoroso, cobarde y cómplice silencio de buena parte de la intelectualidad “de izquierdas”– incluidos en ella ilustres aficionados que se marcan una de disimulo.- contra los atropellos y prohibiciones que la tauromaquia viene sufriendo desde hace ya demasiado tiempo y que tiene en Cataluña el más doloroso ejemplo.
Pero- creo- la cada vez más evidente asimilación del hecho taurino con el ideario político de los antes mencionados ejemplos más recientes (Vargas Llosa, Barrera, Calamaro) y tantos más, hábilmente manejada desde la política (izquierdas, nacionalistas) y los medios de comunicación, provoca una desafección social que no augura tiempos mejores, sino todo lo contrario.
Invocar a la movida y aquella España de principios de los 80 de libertades recién estrenadas, la del torero del mechón blanco y el corazón rojo, es un tramposo argumento que pretende tapar que, como al viejo coronel de la novela de García Márquez, la tauromaquia no tiene quien le escriba.
Y – creo- algunos de los que lo hacen es ¡ay! con renglones torcidos.