EN EL SITIO

El heredero


lunes 16 febrero, 2015

Después de un largo periodo de retiro espontáneo, esta mañana volví a adentrarme en la aventura radiofónica de escuchar a Manolo Molés en su programa Los Toros de la Cadena Ser

El heredero

Bendito podcast; da igual en qué orden,
pero las madrugadas suelen ser para beber y dormir. Al escuchar sus palabras caigo
en la cuenta de que a pesar de todo ese tiempo acumulado en el mismo sitio,
como un homenaje a su figura inmarcesible, no ha cambiado nada: Molés mantiene
en un equilibro perfecto el doble juego de empresario y espectador; de taurino
y afición. Consigue magistralmente que ni unos ni otros se le echen encima a
pesar de que cada sector tiene motivos para cargar contra él: nada hay más
molesto para el aficionado que un periodista pelota con el establishment. Y nada hay más inoportuno para un profesional,
empresario o torero, que un periodista capaz de decir ciertas cosas en directo.
Hay una simetría formidable en su comportamiento, labrada tras años y años
delante de las cámaras y detrás de los micrófonos; también en tertulias, en la
cercanía. Un prodigio en un sector donde no hay cintura para encajar al largón, expresión fea donde las haya:
ahí tenemos el ejemplo de algunos periodistas molestos distanciados, entre la
obligación y la voluntariedad, del entramado.

David
Casas intenta seguir el ejemplo. En la madrugada se quejaba despectivamente de
las redes sociales por ser ahí donde se comentan los carteles antes de ser
oficiales, deslizando que la culpa del malestar de Abellán la tenía Twitter.
Una especie de «si no se hubiera enterado de las primeras combinaciones no
estaría enfadado”: el pelota. Minutos antes descorría las cortinas en torno a
la fuente que le indicó, semanas antes de los primeros rumores sobre la Feria
de Abril, que Talavante no torearía en Sevilla. Confirmó que fue el propio
torero quien le había revelado aquello en lo que yo veo un modo de presionar o
advertir a Pagés: el inoportuno. Es el doble juego. Sin embargo, David Casas no
es Molés y en ese ir y venir a la fuente puede que se le rompa el cántaro.
Oponerse a la posibilidad de que la afición pueda quejarse por unos carteles
injustos es una forma torpe de pretender el trono: la filtración es el modo más
certero de sondear cómo cae el proyecto de feria entre los que pagarán por
ella.