Ahora que se abanderan las causas sin conocer la historia, que se promulgan verdades desconocidas por la osadía de hablar y hablar, que se esconde la libertad tras unos ojos inyectados en sangre pidiendo la muerte del que se juega la vida, suscribe el que firma que el toreo es de la izquierda.
Pero no de la pseudopopulachada que ha formado un guirigay en los organismos públicos y ahora que tiene en la mano el poder no sabe qué hacer con él y por eso quiere prohibir los toros.
El toreo es de la izquierda que se saca de detrás de la cadera, se mete en el morro de un toro con la panza por delante y lleva al infinito con el corazón volcado, el alma llena y la barriga desbocada por desgarrar un olé. Y de esos ha dejado muchos en su carrera Fernando Robleño, un torero que de izquierdas que con la derecha ha tenido el misterio de meter en cintura a los que vienen desordenados.
El de Robleño ha sido el triunfo de la izquierda en el toreo, a pesar de la espada, que se ha tragado triunfos incontestables en Madrid y otras plazas -«Camionero», en el recuerdo de la afición-. El toreo se la debe en 2025; las Ferias que no lo han anunciado a lo largo de su trayectoria, se la deben el año que viene.