EDITORIAL

Las estupideces envilecen el toreo: Morante, tienes que apuntarte a zumba para cortar otro rabo


jueves 24 agosto, 2023

El improperio que ayer le escupieron desde la grada al cigarrero, aparte de irrespetuoso, mide a la perfección el nivel del aficionado medio

Morante Rabo
Morante con el rabo cortado en Sevilla. © Luis Sánchez Olmedo

Definitivamente, la estulticia se está comiendo a la sociedad que nos circunda a pasos agigantados. El malintencionado manto del Sálvame, que deriva las miradas hacia otros focos para evitar que enfoquemos donde no conviene nos está volviendo más cínicos que nunca, más maleducados que nunca, más irrespetuosos que nunca y, lo que es peor: más gilipollas que nunca. Para muestra, el botón que le infló las gónadas ayer a Morante en la arena del Botxo, toda una plaza de primera categoría que, con el sevillano, Manzanares y Talavante sólo cubrió la mitad de su aforo.

Y entre esos 8.000 que poblaban las gradas de colorines, emboscado entre los que se agrupaban en la sombra, hubo uno -tonto, él, hasta decir basta- que le recriminó a Morante que estuviera gordo. Como si para presentar el currículum del de La Puebla del Río hubiera que hincharse a clases de zumba para estar como una sílfide. No sabemos bien en qué se fija el osado aprendiz de estúpido para usar el calificativo como un insulto. Lo que sí sabemos es que ese tipejo no ha visto a Morante sin el vestido de torear ni en esta vida ni en sus anteriores reencarnaciones; ni la de comadreja, ni la de alimaña, ni la de rata vieron un torero como Morante, gordo, delgado o mediopensionista. Tal vez en esa en la que fue una ladilla pudo comprobar el tamaño genital del genio sevillano para torear como torea. Pero, ojo: haber pagado la entrada no le asegura a usted que le vaya a satisfacer el espectáculo ni le faculta para faltarle al respeto al que se pone delante.

El problema es que cualquiera se considera con las atribuciones suficientes para juzgar sobre todo. Las Redes Sociales le pusieron un altavoz en la boca a muchos tontos y, como decía Forrest Gump, «tonto es el que hace tonterías». Y ahora, aunque Twitter -que siempre fue un vertedero- se haya convertido en X -y sea un vertedero con pinta de página porno- ya han hecho el daño suficiente como para que todo el mundo se acostumbre a emboscarse en el anonimato para escupir su opinión. Y cuanto más irrespetuosa, más gracias les hace a los que van de gintónics hasta las cejas. Pero ese, mire usted, no es el aficionado taurino. Es el tonto que hace tonterías.

Y de esos hay muchos en la sociedad actual. Porque igual le llaman gordo a Morante -torero, tienes que apuntarte a zumba o no cortarás otro rabo- que hacen una montaña del beso de Rubiales a Jenny Hermoso en la ceremonia de entrega de trofeos del mundial femenino. De eso se entera todo el mundo, porque a alguien le interesa que sea eso lo que se debata en la barra de la taberna. Y, mientras tanto, sube la luz, el carburante vuelve a rondar los dos euros y no hay visos de que vaya a legitimarse un Gobierno estable en las próximas fechas. Vivimos una España dividida y casi en un estado de preguerra porque todos se aferran a sus ideas, no por buenas, sino por suyas. Y ayer le tocó a Morante aguantar al estulte de turno. ¿Qué ocurriría si eso lo hace en medio de una representación teatral, donde los actores no se están jugando la vida? Pero es que en el toro se puede decir cualquier estupidez y quedarse tan ancho.

En el toro puedes no haberte acercado ni a un tentadero en tu miserable vida y decirle al tipo que maneja los avíos dónde se tiene que poder, por dónde tiene que agarrar el palillo o si tiene que acompañar al caballo o no en su salida. Paja. Todo paja. Porque si te vas a meter con el torero que mejor ha interpretado el toreo -posiblemente- en toda la historia, tendrías que agradecerle que no te haga perder el tiempo cuando ese toreo no se puede alcanzar con el toro que hay delante. Y ya habrá mejor ocasión. Porque si todos los defectosque tiene Morante es que está gordo… ¡que se ponga a comer hasta que no quede nada!

Y que la media de Sevilla, la faena a Cacareo en el propio Botxo, la obra inmaculada al toro de La Quinta en Madrid, las Puertas del Príncipe de Sevilla y tantas y tantas veces en las que el ‘gordo’ ha hecho magia prescindan del zumba, el spinning y la dieta. Porque si Morante sólo tiene ese defecto, ¡que viva la manteca colorá!