Mucho se está hablando de la próxima temporada en la que la competencia va a estar servida por la cantidad de toreros interesantes que hay sobre la mesa. Pese a que muchos diestros han reconocido competir con ellos mismos, la irrupción de espadas nuevos, la consolidación de otros y el paso adelante de determinadas figuras debe ir de la mano de un paso adelante de ciertos toreros a los que le faltó meter una marcha más en 2022.
Una temporada que pinta muy bien y en la que se antoja indispensable que una figura de la talla de José Tomás siga al pie del cañón anunciándose varias tardes este año. JT, como máxima figura, puede y debe elegir el camino a seguir, pero de tomar la decisión de continuar trenzando el paseíllo debería hacerlo con todas las de la ley, es decir, en carteles flanqueado por dos compañeros, no en festejos de cuatro toros y con él como único protagonista.
Desde 2018 únicamente se anunció con empresarios fuera de este establishment conformado por las grandes casas; desde hace unos años está apostando por esa nueva hornada de empresarios encabezada por José María Garzón, Carlos Zúñiga o Alberto García entre otros, empresarios con ideas nuevas y una forma de gestionar las plazas distintas. Si el madrileño se decide a torear en 2023 veremos cómo lo hace, si siguiendo ese camino marcado en 2022 o con algunas variantes que doten a sus corridas de algo distinto.
Muchos dicen que José Tomás únicamente tiene que competir consigo mismo, que está en un momento de su carrera donde se basta y se sobra para llenar plazas, y eso es del todo cierto, no hay debate, pero el toreo es competencia, no dejarse ganar la pelea pese a tenerlo todo y el de Galapagar es un competidor nato pese a esos dos festejos en solitario y alguno con un rejoneador por delante con el que se anunció años atrás.
De momento poco o nada se sabe de su temporada venidera: los rumores lo sitúan en el campo preparando a conciencia el 2023, pero únicamente son rumores al no existir imágenes que así lo corroboren por el celo del torero a no dejarse grabar ni toreando una becerra o un toro a puerta cerrada. Por el momento no se ha despejado una ecuación que puede venirle muy bien a una temporada que ya de por sí pinta inmejorable. La presencia del de Galapagar sería la guinda perfecta, de él depende única y exclusivamente decidir dar un paso o quedarse definitivamente parado, disfrutando de todo aquello que se ganó con su espada y su muleta.