Se acerca una de las fechas más esperadas del año taurino en la que está anunciado José Tomás en la plaza de toros de Alicante. El 7 de agosto está a la vuelta de la esquina y eso se deja notar en un ambiente que, a algo más de diez días, ya muestra su necesidad de volver a ver en un ruedo al genial torero madrileño. La afición lo espera: sabe que su presencia en las plazas de toros es testimonial, de ahí que no quiera dejar pasar esta oportunidad de poder verlo.
El maravilloso cartel de Miquel Barceló es ya material de coleccionistas, una obra que anuncia el gran acontecimiento del próximo domingo 7 de agosto, en Alicante. Como protagonista, José Tomás, que lidiará astados de las ganaderías de Juan Pedro Domecq, Victoriano del Río, Toros de Cortés y Garcigrande, en una tarde que convertirá Alicante en el epicentro del mundo, taurino y no taurino.
Un acontecimiento que ha disparado en hoteles de la ciudad y que ha puesto el precio de las entradas fuera de taquilla en cantidades astronómicas. Porque el acontecimiento lo vale y porque José Tomás hace tiempo que marcó un camino que solo él ha podido transitar, ha conseguido provocar en el aficionado esa sensación de pertenencia, como dijo Sabina: «Mi taurinísimo es lo único que me acerca a Goya o a Hemingway. Y mi torero es José Tomás. Ahora, estoy contra todas las corridas donde no está José Tomás».
«José Tomás tiene una personalidad muy acusada. Tiene arrojo. Sus cites son sentidos. Ha rizado el rizo. Belmonte ya empezó quedándose quieto, Manolete acortó distancias, Ojeda más todavía… Y José Tomás ha llegado para aunar la quietud con la estética» comentaba Joselito sobre él en una entrevista concedida a El País. José es un torero que aúna quietud y estética, valor y templanza, es un torero que busca el toreo a través de la pureza, esa que está intrínsecamente unida a la verdad.
En el mismo diario hace años, Antonio Chenel ‘Antoñete’ definía la figura de José Tomás de una forma muy particular: «Hay dos Tomás. Uno torea limpio, como los ángeles. Con la mano por bajo, da el pecho a los toros y da gusto verle. Pero está el otro, el de las trincheras, el de tocan arrebato, el que atropella a la razón. No me gusta ver a un torero al que cogen dos o tres veces por tarde». Una opinión que comparten muchos aficionados, la cual ha ido puliendo con los años. Él se coloca donde los pies queman, ahí pese al riesgo no sufre, se le ve cómodo, seguro, se ciñe el toro a la cintura, cincelando ese toreo de muñecas rotas y mano baja.
Pese a que su primera actuación en Jaén levantó algunas dudas entre la afición, José no le fue infiel a su concepto del torero, no buscó el triunfo por la vía del efectismo, sino por el del sentimiento. Ahora toca Alicante, una plaza que ya le ha visto torear a tumba abierta, con el corazón por delante y las zapatillas clavadas en el albero. José Tomás imprime calma a todo lo que hace. Para empezar, cuando un torero es valiente está calmado, los toques son suaves, por eso cuanto más valiente es un torero más suave toca al toro, más ventajas le da al animal. El toreo es sensibilidad, armonía, en definitiva esto se podría definir con una palabra, verdad, y José Tomás eso lo lleva a gala.
Quedan por tanto poco más de una semana para que el Mito vuelva a trenzar el paseíllo, la expectación está por las nubes, José se prepara en el campo como si tuviera 30 corridas por delante. La exigencia con uno mismo, el compromiso de ser mejor cada día, el conseguir dar una vuelta de tuerca más a su toreo son tres premisas que hace que salga el mejor José Tomás. Esta vuelta a los ruedos ha vuelto a demostrar que el madrileño es el único capaz de llegar a esa masa social ajena al mundo del toro, de derribar los muros de una censura periodística que tiene al toreo acorralado y sin darle la importancia que merece, por eso es tan necesaria la presencia de un torero como él.
Como ya dijo el político demócrata Major Owens: «Tengo un gran respeto y admiración por las personas que se ponen en la linea de fuego» y José Tomás es uno de ellos. El domingo 7 de agosto en Alicante no prenderán las hogueras, pero si el toreo de un torero que tiene ante sí la oportunidad de sentirse pleno. Nadie mejor que él sabe si el libro se cierra en Alicante o si por el contrario hay un nuevo capitulo por escribir. Veremos si deja a un lado esas encerronas de cuatro toros o si por el contrario apuesta por dar un paso más. Nadie más que José Tomás lo sabe, o quizás ni él lo sepa aún. Como decía el propio torero: «Vivir sin torear, no es vivir».