Hay historias de toreros que van ligadas a determinadas personas que aparecieron un día en su vida y que siguen a su lado pese al paso del tiempo. En algunas ocasiones estos son ganaderos, en otros banderilleros curtidos en mil batallas, e incluso muchas veces son personajes que se han empapado durante toda su vida de esta locura llamada toreo. Aficionados que gracias a su buen concepto acabaron entrando en un círculo lleno de esos a los que solemos llamar “taurinos”, que se reunían en las distintas peñas de los toreros para hablar de la tauromaquia hasta bien caída la noche.
Ahora los tiempos han cambiado, pasando dichas tertulias de las barras de los bares a las redes sociales. Pero pese a ese cambio de tiempo, sigue existiendo una gran pasión por el mundo de los toros, un mundo que atrapa a todo el que se le cruza por el camino y que rara vez lo suelta. Dentro del escalafón hay un buen ramillete de espadas que siguen levantando el ánimo pese a sus tardes aciagas. Espadas como Morante de la Puebla, Juan Ortega o Pablo Aguado son un claro ejemplo de ello, tres diestro con un concepto muy depurado y que siguen provocando que los aficionados mantengan la llama de la pasión.
Ortega siempre ha intentado mantenerse cerca de personas que pudieran hacerle aprender cada día. Unos aún forman parte de su cuadrilla, otros pese a no hacerlo mantienen el contacto, acudiendo a la plaza en un gran número de ocasiones durante el año. Por edad, Juan Rodríguez “El Chuli” ya no puede seguir el día a día de su torero, pese a ello le acompaña siempre que puede para disfrutar de un diestro en el que siempre confió.
Juan conoce a Ortega desde que era un niño, sin ir más lejos, éste fue la primera persona que tuvo a su lado y gracias a su relación con los ganaderos empezó a abrirle las puertas de las ganaderías y a buscarle los primeros tentaderos. Ambos llevan el mismo nombre que “El Pasmo de Triana”, un Belmonte al que ambos admiraron y del que se nutrieron delante de la cara de los animales. A sus 87 años sigue acompañando a Juan Ortega con la misma pasión, entrega y vitalidad que el primer día, algo que al sevillano le toca el corazón.
Pese a no unirles actualmente una relación profesional, Juan siempre ha mantenido una gran relación con él, dos amigos que hablaban el mismo idioma y entre los cuales existen dos vasos comunicantes. El pasado mes de septiembre El Chuli pudo disfrutar de una de las tardes más redondas del año, fue en Valladolid, una plaza donde Ortega se rompió con dos toros de Núñez del Cuvillo para reafirmar el momento por el que estaba pasando.
A buen seguro que el año que viene, si su salud le sigue acompañando, volverá a disfrutar de ese torero al que acompañó en sus primeros pasos en la profesión, ese que ahora se han vuelto imprescindible en cualquier feria que se precia, porque Ortega ha conseguido remontar una situación complicada hasta colocarse en un lugar privilegiado del escalafón. 2024 será otra temporada más para seguir hablando de lo bueno y lo malo de un torero, que si algo tiene, es que no deja indiferente a nadie.
