La de Juan Pedro Domecq es una de esas ganaderías que son santo y seña del campo bravo, la cual ha nutrido a gran parte de lo que es hoy en día el escalafón ganadero. Esta es una divisa que ha tenido la espada de Damocles en la cabeza, porque entre otras cosas al número 1 siempre se le ha exigido más que al resto. Un hierro que sabe que los baches están a la orden del día y que los errores en selección se pagan, de ahí que la humildad y el trabajo fuera el camino para remontar el vuelo cuando pintaban bastos.
El crédito no es infinito y eso bien lo sabe Juan Pedro Domecq, por eso, cuando el vaso rebosó no sintió como una puñalada por la espalda que determinadas empresas o toreros dejaran de confiar con él. Pero el ganadero afincado en la sierra norte de Sevilla sabía que estaba a punto de encontrar esa regularidad que venía buscando desde hace tiempo, ese tipo de toro que le dotara de mayor fiereza y casta a una ganadería que pecaba de justeza de fuerzas y excesiva nobleza. Un ganadero que siempre perseveró en una idea de toro, en un concepto moldeado a la idea de toro que le habían enseñado en casa.
Morenés ya lo había demostrado con Parladé, ganadería que tuvo en sus manos y la cual moldeó a su gusto con una base importante de la genética de su padre. Una vacada que cinceló a su gusto, pero que no pudo terminar al fallecer su padre -en accidente de tráfico- cuando volvía de lidiar en Zaragoza. Un palo muy gordo que le obligó a salir de ‘La Góa’ para afincarse en ‘Lo Álvaro’. El trabajo de su predecesor estaba ahí, pero no iba a durar para toda la vida.
Los primeros años vivió de la renta del pasado, esa que heredó de un ganadero genial que le dejó una ganadería con una amalgama de sementales y un hato de vacas superior. Pero los resultados posteriores debían venir de la elección y selección de un ganadero que se vio con 1000 vacas -entre los dos hierros- y una ganadería en buen momento pero que quizás necesitaba de un nuevo golpe de timón. Poco a poco esa regularidad fue menguando dentro de una ganadería que por su amplia genética seguía lidiando animales de nota año tras año.
Así bajó a los infiernos Juan Pedro Domecq hace un año
Los palos empezaron a caerle a un ganadero que sabía que andaba cada vez más cerca del toro que buscaba. Poco a poco fue reduciendo su hato de vacas, depurando así una ganadería que exigía de un paso más para no caer en la monotonía. Juan Pedro Domecq Morenés necesitaba encontrar ese toro con clase que empujara con los riñones, que se redujera buscando los vuelos por abajo. Un tipo de animal con personalidad, con ese talento, del que siempre hablaba el añorado Joaquín Ramos.
Su padre ya sostuvo durante años la presión sobre su espalda. Él decía que se le criticaba ferozmente porque era la referencia ganadera, que esa presión era algo con la que tenía que convivir, algo que le vino sin apenas esperarlo a un joven ganadero al que le ha costado cogerle el pulso a una ganadería tan particular. Ahora parece que las tornas han cambiado y que aquello que venía pregonando Juan Pedro se está plasmándose en el ruedo con corridas importantes y toros destacados.
Ya lo avisó el propio criador a comienzo de temporada: «Estoy en el comienzo de un grandioso ciclo«, un ganadero que ha encontrado una serie de sementales y un importante número de vacas que le han devuelto la sonrisa, ya no por su comportamiento en la plaza, sino por ser capaces de transmitir sus cualidades a su descendencia, esa que ahora le está dando la razón a un ganadero duramente criticado que pese a los malos resultados en algunas plazas ya empezaba a ver brotes verdes en algunos animales.
Pero todo viene de atrás, de ejemplares que hicieron del hierro de la V de Veragua uno de los más relevantes del panorama internacional. «Ha habido grandes sementales en la casa. De la época de mi padre destaco al 7 “Decidor”, un toro que marcó una forma especial de bravura. En mi época, el 62 “Bullicioso”, que proviene de su propia familia tanto de padre como de madre. Creo que ha sido el toro que me ha hecho ganadero».
Algo empezó a cambiar tras la corrida de Valencia este año
Un ciclo que empezó a cambiar con la interesante corrida lidiada en Valencia durante las Fallas, algo que le hará repetir con un cartel de figuras en la Feria de Julio. Pese a no estar en Sevilla, sí lidió corridas interesantes en cosos como Castellón, Almendralejo, Madrid o Alicante, una serie de plazas donde gracias a sus buenas actuaciones se ganó de nuevo la confianza de las figuras.
Pero de todos los festejos lidiados, por repercusión, destacan las corridas de Granada y Burgos, dos tardes donde los pupilos de Juan Pedro Domecq Morenés rayaron a un nivel altísimo, siendo la tarde de Burgos un auténtico espectáculo de bravura con la vuelta al ruedo de ‘Piripi’ lidiado en 5º lugar y el indulto de ‘Rencoroso’. Una corrida completa, brava y noble que continuó esa tendencia marcada en Almendralejo -con la vuelta al ruedo a ‘Viñeto’-, Alicante y que semanas antes había conquistado Granada con un ‘Vendaval’ de gran nota.
Pero a esas tardes hay que sumarle la del pasado 18 de junio en Madrid, plaza en la que ‘Secuestrador’ puso a todos de acuerdo tras derrochar clase, humillación, entrega y fondo en la muleta de un Fernando Adrián que saldría en hombros al pasear las dos orejas. Parece mentira que la temporada del ‘veto’ a Juan Pedro Domecq, está siendo la mejor que se le recuerda en varias décadas, un año donde se ha comprobado que las ganaderías no se hacen de un año para otro, y que las toma de decisiones, para bien o para mal, tardan años en ver la luz.
Ahora se le abre un panorama distinto a un hierro que tiene por delante un ilusionante verano donde las figuras han vuelto a llamar a su puerta para volver a anunciarse con ella. Valencia junto a Huelva, San Sebastián, Bilbao y Málaga son las cinco corridas que -por el momento- tiene por delante un hierro que está pendiente de algún que otro compromiso más en plazas de primer orden este mes de agosto.