Recibo correos electrónicos de PACMA. Sí, yo estoy tan perplejo como tú, que me estás leyendo en este momento, pero así es. Los recibo y no dejo de preocuparme por la deriva antinatural y orquestada de una sociedad que primero se emocionó con las desventuras de Bambi y hoy defiende sus derechos ante los tribunales mientras le importan un carajo y medio los de sus semejantes. Porque tienen un perrito y estas noticias les provocan la empatía que no son capaces de sentir cuando ven a un tipo en la calle que no le queda más remedio que pedir para comer. También lo he visto.
Recibo correos de PACMA, sí, y el último pide justicia para Terry, que no es su vecino del bajo, al que la pandemia ha dejado sin trabajo, sin ahorros y sin paro y sufre lo indecible cada día por intentar sacar adelante a su familia. No. Terry es un perro al que parece ser que asfixiaron hasta la muerte en un pueblo de Barcelona. Y ahí sí que pone PACMA toda su maquinaria a trabajar, porque cuenta con recursos, con apoyos y con el visto bueno de una sociedad que tolera la muerte según cómo le toque y tiene la piel cada vez más fina con el más difícil todavía. Por eso pide justicia para Terry, pero le da igual el que se ve obligado a robar para alimentar a su familia.
Justicia para Terry, porque es un animal indefenso que no merece esa tortura. Y me parece cabal la defensa de los indefensos, la denuncia pública del salvajismo ventajista y sin más trasfondo que la maldad. Pero la equiparación del animal al ser humano -ante el que este tipo de organizaciones ya han demostrado ser completamente indiferentes- es tan peligrosa que puede derivar -y ese camino lleva- en tener que jugarnos el pan de nuestros hijos, en condiciones legales inferiores, con el perro del vecino. Y no, no es una exageración. Hace 20 años la gente tenía problemas mucho más acuciantes e importantes que pedir justicia para Terry. Mucho debemos haber mejorado el estado del bienestar si ahora hay organizaciones que cuentan con el dinero y los recursos para presentarse a unas elecciones generales donde se juega el futuro de una sociedad.
Sí. Se pide justicia para Terry en una propuesta que ya cuenta con 5.000 firmas. Y luego nos preguntamos por qué los profesionales del toro se ven ninguneados por el Gobierno, o por qué el mismo Gobierno no tiene empacho en dejar fuera de toda ayuda a un sector que hace tiempo que perdió la batalla social y que no termina de entender que debe reinventarse o morir. Reinventarse o morir he dicho, porque si la propuesta del millón es la reconstrucción, y se pone en manos de los mismos incapaces que no tuvieron la previsión de ver que llegaba la petición de justicia para Terry, es mejor que no reconstruyamos nada. Si el modelo que se propone va a seguir siendo el mismo, a los pies de la justicia del tal Terry, es mejor que lo dejemos morir en paz. Al menos seguirá amueblando bibliotecas enteras de buenos recuerdos.