Es proverbial el comentario del aficionado del carné sobre la mano izquierda de El Cid, y bien ganada la tiene en tardes que casi todos tenemos en la memoria. La que quiero traer hoy a mi columna no sé sies diestra o zocata: sólo sé que saca la bolita con el lote del matador. Si yo fuera matador de toros la querría siempre conmigo…
Hoy volvió a suceder, porque al gran pitón derecho del quinto, y a pesar de su cruce constante de vista, se unió voluntad, recorrido, ritmo y duración para que llegasen los extraordinarios de pecho, lo mejor de la actuación del sevillano hoy. Y con apenas un pitón, y correspondiendo a su mano menos buena, a punto estuvo de cortarle una oreja. Bien es verdad que en otra época le hubiera aguantado para optar a las dos.
También el segundo, que duró tan poco como le aguantó la raza, tuvo virtudes para componer cuando delante tienes un torero perfecto cuando se trata de acompañar. Todo ello ocurre cuando tienes esa mano protectora, amiga y hasta redentora en ocasiones que hace que si hay un toro que embista vaya a parar al lote de El Cid.
Y eso es ganar la pelea mental por delante, porque los compañeros ya van pensando que tienen que embestir tres en la corrida para tener alguna opción. Y tal como está hoy el asunto en las plazas de primera, eso es mucha tela que pedirle a Dios.