EL TENDIDO DE LOS SASTRES

Evolución, involución… y Twitter


lunes 19 julio, 2021

Una Tauromaquia asediada por los poderes políticos y mediáticos y los moralistas e inquisidores que encuentran en las redes sociales su herramienta censora, que, eso sí, no actúa con la misma diligencia o ni siquiera actúa cuando sucede al revés, con ataques o insultos gravísimos, de especial saña, que todos conocemos.

Morante

El fin de semana taurino resultó movidito, con Céret como foco. En la localidad franco-catalana se lidió el sábado una corrida –digamos- atípica. Toros de Casta Navarra, encaste fundacional recuperado con tanto esfuerzo como afición y, también,  romanticismo por Miguel Reta. El órdago, tanto para el ganadero como para los toreros, era a la grande, más aún cuando por las circunstancias- se aplazó con el mismo cartel la del año pasado a causa de la pandemia- las reses, imponentes en su cornamenta y morfología, se lidiaron con seis años más que cumplidos.

Una dificultad añadida, como se pudo comprobar a lo largo de un festejo (sic)- por lo visto y lo que cuentan- en el que se prodigaron momentos poco o nada habituales y que a más de uno le llevaron a tiempos cuya única referencia son estampas de La Lidia, la bibliografía taurina, el documento gráfico en sepia y alguna que otra filmación de muy escasa calidad. Tres toros castigados a banderillas negras;  lidias- o así- sobre las piernas; nada de aquí un garbeo, allá un desplante sonriente;  las cuadrillas y los matadores auxiliándose unos a otros…incluso ¡dos picadores! a la vez en el ruedo- lo nunca visto en Céret, al menos por quien esto firma en sus muchos años acudiendo a la cita-, persiguiendo al toro, acorralándolo incluso. Casi tres horas después del paseíllo,  lo mejor fue que todos los héroes de luces, oros y azabaches, pudieron hacer el recorrido inverso por su propio pie.

Durante la corrida y luego ya en las crónicas (salvo una, delirante) la opinión generalizada era ponderar el mérito de los actuantes; las emociones de distinto signo vividas; el reconocimiento al ganadero por su empeño…y, también, la antes mencionada excursión por el túnel del tiempo hasta la tauromaquia decimonónica.

La tauromaquia necesita un meneo (también en la comunicación, la publicidad…) en eso estamos todos de acuerdo. Quizás no en lo inminente, en estos tiempos de incertidumbres que parecen no tener fin y que todo lo dificultan, pero el camino de la involución no parece la senda adecuada. Aún así, debería tenerse muy en cuenta que una Fiesta edulcorada, monótona, aburrida, en la que cada tarde se parece mucho a la anterior, en cualquier plaza, tiene un recorrido muy corto.

Por paradójico que parezca, la evolución de la Fiesta pasa también, diría que esencialmente, por recuperar, potenciar, todo aquello que la distingue, lo que le otorga su sublime fuerza creativa. Y, en ello, el toro, ese toro que es santo y seña de Céret (y de otros lugares, otras aficiones) es elemento esencial pues a partir de él todo lo demás adquiere sentido.

En ese delicado equilibrio, entre lo cruento y lo bello,  entre la fuerza y la inteligencia, entre la vida y la muerte, debería- creo, igual me equivoco- buscar su evolución la Tauromaquia.

Una Tauromaquia asediada por los poderes políticos y mediáticos y los moralistas e inquisidores que encuentran en las redes sociales su herramienta censora, que, eso sí, no actúa con la misma diligencia o ni siquiera actúa cuando sucede al revés, con ataques o insultos gravísimos, de especial saña,  que todos conocemos. 

Y así, ahora ha sido el turno de la cuenta no oficial de Morante en Twitter, que publicó  algunas imágenes del torero de La Puebla  en la corrida del sábado en Algeciras. Morante con el capote, Morante con la muleta, Morante en banderillas… para los del pajarito azul  «fomenta el placer sádico» y otras lindezas.

El ojo del censor, aquel señor con bigotito y traje gris que se paseaba por los platós y los teatros de variedades en tiempos de la Dictadura  o que tachaba párrafos enteros en los periódicos y en los libros aún por editar, es ahora el anónimo y oscuro poder de unas sombras que jamás podrán admitir la luminosa libertad del toreo.