AL NATURAL

Y no está en San Isidro…


jueves 16 abril, 2015

Otra oreja. Otra demostración de que hay un torero detrás del flequillo generoso y la cara de palo. Otro golpe en la mesa de un Antonio Nazaré que ni herido ha entrado en San Isidro

Otra oreja. Otra demostración de que hay un torero detrás del flequillo generoso y la cara de palo. Otro golpe en la mesa de un Antonio Nazaré que ni herido ha entrado en San Isidro

Debe estar acostumbrado el sevillano Nazaré a que nada en los despachos tenga mucho sentido. Debe estarlo, aunque a esas cosas no debería acostumbrarse nadie. Presuponemos la justicia como si fuera un derecho natural que guareciera per se los buenos usos y la moral común. O lo presuponíamos, porque el sistema establecido comenzó a emputecerse cuando el Mar Muerto estaba enfermo.

Hablarán mañana los revisteros taurinos de las dos tandas macizas que le sopló Nazaré al buen Turulato la tarde en que Fuente Ymbro recogió más réditos maestrantes de los mostrados en el albero. Hablarán de la entereza y la solidez en la actitud de Antonio otra tarde más contra las cuerdas en el ruedo donde más orejas ha paseado. Hablarán de su serena estampa desde que hizo el paseo, de su porfiona mano baja al primer fuenteymbro que le midió las costillas sin que mirase siquiera la punta de un alamar. Hablarán del gobierno de su muleta cuando se le iba detrás la bravura enclasada de Turulato y le pedía el alma romperse en cinco muletazos por abajo, con el pico en los infiernos, trazando despacio para saborear la entrega del animal empujándole el corazón con los riñones palante. Pero hablarán, sobre todo, de otra oreja en el templo de los silencios, de otra ovación de los que desprecian volviendo la cara y el interés cuando no hay tela que rascar entre la tela y el toro.

Pero nadie hablará, como no hablaron en su día, de que faltará en San isidro el que pagó con hule la tarde para la historia en la que salieron de Madrid tres tíos con los pies por delante con solo dos toros en el destazadero. Pagará Antonio con la ausencia esa facilidad nefasta que tiene -sin él pedirlo- para ver cómo no valen los triunfos que otros convierten en oro. Golpea la mesa Nazaré cada vez que un cuatreño se le entrega a la franela, pero no se ancla su gracia entre los que ponen los nombres bajo las pinturas toreras. Y es una pena, porque otros, con mucho menos, llevan años yendo al baile.

Otra oreja de Sevilla se guarda Nazaré en el chaleco cuando se habla a estas horas de las bondades de Fuente Ymbro. Pero ¿no debería servirle mucho más que hasta la fecha al tío que mejor rentablizó lo que tuvo entre las telas…?