MARCO A. HIERRO
Confiábamos en usted, presidenta.Estábamos seguros de que nadie podría socabar su férrea determinación, su carácter temperamental, su bravura política y su osada forma de enfrentarse a las adversidades. Depositamos nuestra fe en usted por simbolizar la defensa de nuestra forma de vida, de nuestro concepto de existencia, de nuestro sistema de valores, ese que tan vívido veíamos representado en usted misma.
Nos creíamos sus fotos con el capote en Las Ventas, su asistencia a los festejos, su valiente forma de declarar como taurina a la Comunidad y de afrontar los ataques y la organización cuando el maldito bicho estaba lejos de cercenar nuestra forma de entender el mundo. Supongo que era fácil buscar el apoyo de los taurinos, conociendo, como conce, la cantidad de ellos que depositan la papeleta en la urna y sabiendo, como sabe, de la fidelidad inquebrantable de este gremio a quien está junto a él. La jugada fue buena, se lo reconozco.
El problema ha llegado cuando, de un plumazo, nos han puesto el universo del revés y hemos tenido que reinventarnos. Estamos acostumbrados a pasar los inviernos, sabemos de ocupación estacional, pero contamos siempre con que se nos respetarán nuestros derechos. Y para eso la teníamos a usted como Garante, presidenta. Contábamos con usted para que volviese a salir el toro en nuestras plazas, una vez pasado el confinamiento. Contábamos con esa figura temperamental y resuelta que aseguraba que haría lo posible para que se celebrase la Feria de Otoño. Aquí, en Madrid, el regreso de los toros lo teníamos garantizado.
Pero comenzaron a anunciarse festejos en las dos castillas, en Extremadura, en Andalucía… Y en Madrid no llegaban. Hasta que Javier Cortés decidió apostar con una encerrona de cuatro toros para su vuelta en Miraflores, y toda la afición madrileña se las prometió felices porque por fin podría volver a los toros. Se trabajó en el evento, se gastó dinero, se derrochó ilusión… y se quedaron las caras de tonto cuando la Comunidad decidió suspender el festejo a las nueve de la noche del día anterior.
Aún así mantuvimos nuestra fe en usted. Entendimos que habría argumentos insalvables que se nos escapaban y que algún motivo habría de más peso que el de la precaución -dándose otros espectáculos análogos en cuanto a aforo en esta misma región-. Pero no. La siguiente, la feria de Alcalá de Henares, con el ruido mediático de fondo, era una extraordinaria piedra de toque para valorar su decisión. Y su decisión condenó al ostracismo a un buen números de profesionales taurinos, que no sólo ven cómo se les niega cualquier tipo de ayuda administrativa para paliar la imposiblidad de desarrollar su trabajo en condiciones normales, También se les niega la oportunidad de llevarse un sueldo a casa. A ellos, presidenta, y a todos los que nos llamamos taurinos, nos ha fallado.
Le ha fallado ahora a los empresarios de San Sebastián de los Reyes, que contaban con endurecer las medidas de seguridad -viendo lo sucedido con Miraflores y Alcalá- y mejorar aún más los protocolos de actuación. Les ha fallado dejando que gastasen el dinero en preparar el evento, que confiasen en que sus promesas de estar con el toro fueran ciertas. Les ha fallado porque pensaron que la administración regional velaría por sus derechos. Les ha fallado, presidenta, porque ni les dejan percibir ayuda alguna ni les permiten trabajar en una actividad no sólo legal en este país, sino garantizada por la Ley como industria cultural. Les ha fallado. No le dé más vueltas.
Porque incluso la medida de las 600 personas de máximo para la corrida de Aranjuez es tan arbitraria y absurda como la decisión de dictarla para no dar por buenas las extraordinariamente duras medidas de seguridad que se había impuesto la empresa de Carlos Zúñiga para acometer el evento. Con 600 personas, presidenta, no podría darse ni una sin caballos, pero aún así, y para que haya toros en Madrid, Circuitos Taurinos lo va a intentar. Incluso habiéndole fallado usted como lo ha hecho.
Por todo lo narrado, que no es un hecho puntual, debe usted comprender, señora presidenta, que ya no nos fiemos de ese tuit que puso después de suspender Alcalá, que pedía perdón a los taurinos por un daño ya hecho y que hubiera sido evitable, ante un alcalde que llevaba todo el verano celebrando cada día un concierto con 800 personas. Usted tenía la manguera para apagar ese fuego. Pero le faltaron «bomberos»…
Nos ha fallado, presidenta, y nos sentimos engañados. Y para esta no le va a bastar con pedir perdón. O facilita la forma de dar festejos, o tendremos que comprender que sólo quería utilizarnos. Como otro cualquier político más…