Alejandro Talavante ha regresado y eso es una buena nueva para el toreo.
Formalmente lo hizo la temporada de 2022 y en su transcurso hubo atisbos, esbozos del torero que la afición tanto echó en falta en sus años de stand by, iniciados por sorpresa en su mejor momento .
Este 2023 seguía en esa onda, un sí pero aún no, incluso ayer en que por momentos fue reconocible ese torero que tanto se añoraba
Pues ese mismo, visto lo visto en sus dos toros esta tarde, ya está aqui.
Se vio, se apuntó en su primero (mientras el toro lo permitió) pero lo mejor estaba por llegar. Y llegó en el quinto, un ejemplar de Garcigrande que le permitió explayarse, gustarse, sentirse, rebuscar en su alma de artista impredecible, ya desde el saludo a la verónica, excelsas un par de ellas.
Como aquí (este Tendido de los sastres que, como su nombre indica, ve los toros desde la lejanía geográfica y la distancia emocional de la televisión, vía streaming ahora) se trata solo de un apunte que acompaña a la crónica, evito el relato de tal o cual serie y demás detalles de la lidia.
Y ese apunte va por un Talavante que toreó con la templanza que (quizás) faltó la tarde anterior. Un Talavante que llevó las embestidas con una largura infinita y en la que hubo cambios de mano excelsos y pases de pecho portentosos, sin descomponerse ante alguna tarascada y, dicho queda, con ese sello de genialidad que es santo y seña de su tauromaquia.
A una Feria de Abril que está dando muchos motivos para la alegría se le suma hoy el reencuentro con el mejor Talavante. Y eso son palabras mayores.
Madrid lo refrendará, estoy convencido.