JAVIER
FERNÁNDEZ-CABALLERO
Sevilla
no se llena. El aficionado de extrarradio que no tiene dinero para pagarse una
entrada de farolillos tampoco lo tiene para pagarse una de preferia. Ese es el
problemón de una plaza histórica que cuatro meses más tarde, en pleno julio, sí
que registra más de tres cuartos de entrada en novilladas sin caballos con
precios populares.
El
problema, pues, no radica en la falta de afición, sino en la falta de medios de
ésta para acudir a los toros a Sevilla con unas entradas astronómicas de las
que los maestrantes, las figuras y la propia empresa deben percatarse y ponerse
ya de acuerdo antes de lamentarnos porque ha pasado el tren.
A veces
es bueno fijarse en los estratos sociales que pueblan una plaza de toros para
percatarse de qué y quién acude a ver el espectáculo. A veces es bueno saber
las necesidades de los aficionados, sus vidas, sus inquietudes y sus problemas
más allá de sus propios pensamientos taurómacos. A veces, y con sólo echar un
ojo al tendido, es bueno valorar si bajando los precios de las entradas de una
preferia que no se llena, La Maestranza volvería a ser Real copándose de
aficionados hispalenses que no tienen dinero para pagar una entrada en
farolillos.
No pueden
ver a Morante pero merecen ver cómo se parte la cara Delgado con la corrida de
Torrestrella. No pueden ver la ascensión de López Simón pero merecen ver a
Fortes encunándose entre los pitones de la corrida de Tornay. No pueden ver el
doblete de Juli o la única tarde de Perera pero sí pueden disfrutar de la
largura de los muletazos de Pepe Moral o la rotundidad joven de Javier Jiménez.
Miremos
a nuestro alrededor y valoremos. Empresa, toreros, pero sobre todo, maestrantes.
Nuestro futuro radica en las entradas de las plazas, y sobre todo en las
entradas jóvenes. Y la preferia de Sevilla, hasta el jueves, no se ha llenado
ni por asomo…