Llevar las carnes abiertas, ir en brazos de los compañeros y no saber la gravedad real de la herida que te quema el cuero no debe ser plato de gusto. Y no debe serlo ni en Madrid, ni en Ceret ni en Sebastopol -contando con que allí se celebrasen corridas de toros-, pero lo cierto es que un torero al que llevan herido a una enfermería debería conocer los procedimientos que se van a poner en práctica si el percance sobreviene. El problema es que no es así; no sólo porque no tienen nada que ver los protocolos que se ponen en marcha tras una cornada en Francia, España, México, Colombia o Perú, es también porque los 17 reglamentos existentes en España -tantos como Comunidades Autónomas- hacen que varíen aspectos importantes en este sentido, si bien suelen converger en un mismo modus operandi.
Precisamente eso, operar en el momento en que el paciente llega a la enfermería, es el protocolo que se sigue en España, a no ser que no se tengan medios para hacerlo. Pero aquello no siempre fue así; cambió en 1984, cuando a Paquirri se le fue la vida entre Pozoblanco y Córdoba porque no había medios en la enfermería de Pozoblanco de arreglar los destrozos que le provocó el pitón de Avispado. Y en aquella carretera, que tampoco era la que se disfruta hoy, se fue en sangre un figurón del toreo. Tendrían que ver cómo es hoy aquella enfermería en la que comenzó a morir Paquirri.
Desde entonces, los propios profesionales, concienciados y temerosos de que pudiera suceder de nuevo algo así, exigieron que las enfermerías de las plazas de toros estuvieran perfectamente cualificadas para mantener un soporte vital. Y cuando no existía esa posibilidad, se exigía contratar una UVI Móvil que permitiese el desplazamiento. O, más en la actualidad, quirófanos portátiles, dotados con todas las infraestructuras de las que puede gozar la mejor enfermería.
En ese sentido, los 17 reglamentos de las taifas taurinas españolas se ponen -más o menos- en la misma posición. Distinto es lo que sucede en tierras francesas, donde el protocolo es muy distinto. En Francia se prefiere estabilizar al paciente y derivar a un hospital en cuanto sea posible. Es un protocolo que se sigue en todas las plazas, no sólo en los pueblos, donde pudiera entenderse que no se opera porque no hay dotación para ello -lo cual, también es cierto-. Son formas distintas de afrontar el mismo problema, pero dos formas que son perfectamente válidas o no estarían ambas vigentes en los festejos que se celebran cada temporada.
El duro comunicado del maestro Padilla critica descarnadamente ese protocolo francés a raíz de la decisión de Rafaelillo de irse a operar a Murcia la cornada de Ceret. Y menciona otro percance gravísimo del maestro Esplá en la misma plaza, mientras la ADAC le recuerda que el propio maestro alicantino le brindó un toro al doctor que lo salvó en la plaza en aquella ocasión. No ocurrió lo mismo en el caso del malogrado Iván Fandiño en el coso de Aire Sur L’Adour, y es de ese caso del que se acuerdan los profesionales, que, dado que los van a trasladar, prefieren elegir las manos que los traten.
Pero todo esto sucita ciertas controversias que tal vez deberían limarse en favor de una mejor comunicación entre todos. No son pocos los congresos de mecidina especializada en tauromaquia los que se han celebrado en los últimos tiempos, y son muchos -por fortuna- los que se han mostrado, a lo largo de los años, como auténticos milagreros de las enfermerías, donde acuden vocacionalmente por afición y vocación de colaboración. Por eso nos preguntamos en CULTORO si no sería lo mejor reunirse, llegar a un consenso y reglamentar el protocolo para que el todas las plazas se produzca el mismo.
Igual es que somos unos ilusos, pero tal vez los doctores García Padrós, García Leirado, Enrique Crespo, Carlos Valcarreres, González Masegosa, Beatriz Montejo o Luis Ortega -ya retirado- tengan algo de idea de cuál es la mejor opción para tratar a un hombre que acaba de sufrir un politraumatismo por asta de toro. ¿Por qué no se les consulta y se elabora un protocolo conjunto? Pero, claro, eso en el toro es como pedir -como ya hemos hecho muchas veces- que nazca la Liga Nacional del Toreo. Pero el toreo, que es como es, te da a la Fundación del Toro de Lidia. Como ver y hacérselo mirar…