EL EXILIO INTERIOR

Respuesta a Urtasun a la ‘bergaminiana’ manera


domingo 5 mayo, 2024

Me temo que el Ministro de Cultura no ha leído a José Bergamín y si lo ha hecho no ha entendido nada.

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José Bergamín. © Real Academia de la Historia

Cuan Ernest Urtasun elimina la tauromaquia de los Premio Nacionales que otorga el Ministerio del que es titular utiliza como argumentos (sic)  para tal decisión  “tortura animal”, “crueldad” y “bienestar animal”.

Al Ministro Urtasun se le supone, dado el cargo que ostenta y su currículum, hombre ilustrado y, como tal, seguro que sabe quien fue José Bergamín, cuya extensa obra literaria (poesía, ensayo, teatro…) va de la mano de su compromiso cívico y político, que le llevó al exilio durante la Dictadura.

Y sabrá  el Ministro que la prodigiosa Generación del 27, con Ignacio Sánchez Mejías como anfitrión y mecenas,  tiene en Bergamín uno de sus grandes nombres. Ahí estaba Bergamín en la foto fundacional en el Ateneo de Sevilla junto a Alberti, Lorca. Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego…

Bergamín fue, también, habitual abajofirmante cuando – jugándose la libertad propia y en defensa de la libertad de todos-  los intelectuales denunciaban los desmandes de la Dictadura franquista.

Y José Bergamín fue, en su vida y en su obra, un taurino apasionado y apasionante.

Me temo que el Ministro de Cultura no ha leído a José Bergamín y si lo ha hecho no ha entendido nada. Porque de haberlo hecho con  la obra taurina (recogida por su hijo Fernando en una maravillosa edición del CSIC)  del escritor madrileño que eligió San Sebastián para morir, quizás su visión de lo taurino sería distinta o, al menos, documentada, que es lo mínimo que se espera de quien ostenta poder de decisión.

Por eso y por si lo alguno de los asesores ministeriales que se ocupan de la comunicación y las redes sociales  reparan en lo aquí escrito- vana pretensión, sin duda- me permito reproducir algunas de las lúcidas reflexiones bergaminianas  que aparecen en el citado volumen de su “Obra taurina”  (CSIC. 2008).

Cuando un torero sale a torear claro está que se está jugando su vida: pero se está jugando de esa vida suya algo que  es más, mucho más para él que su  vida en aquel instante: el torear bien, salvándola de ese mortal riesgo. El torero no sale a la plaza para que le coja y le mate el toro, sino enteramente para lo contrario, para matar al toro él. Toda la corrida se hace para preparar la muerte del toro”.

“El toreo es interrogación viva, atroz, ante el hombre y su propio destino. Destino que no es justamente el de morir, sino el de vivir, venciendo- con sus luces de inteligencia, o entendimiento, o razón, inmortales- el oscuro destino mortal: venciendo y matando a ese toro que es la muerte misma”.

“Los que compadecen al toro, le agravian mucho más y peor que lo que le hieren y le matan. El único insulto para el toro es la compasión”.

“Entre tantas definiciones de la inteligencia pudiera darse ésta: la inteligencia es una aptitud o predisposición metafísica para torear”.

“El toreo no español, es interplanetario”.

Remato:

“La corrida de toros es un espectáculo inmoral y, por consiguiente, educador de la inteligencia”.

Citaba  antes a Bergamín como habitual abajofirmante de manifiestos contra la represión franquista, cuando la llamada intelectualidad (catedráticos, artistas, escritores…) ponían en jaque su propia libertad por la libertad de todos, al tiempo que se jugaban el silencio sobre ellos y su obra.

Seguro que José Bergamín, como me comentaba su hijo Fernando, hubiera sido el primero en firmar un manifiesto contra el ataque del Ministro Urtasun no ya a la tauromaquia sino a la libertad, la cultura y la Historia que supone, mucho más allá de la retirada de un premio, la argumentación que la sustenta.

Por ello, resulta estruendoso silencio de la crema de la intelectualidá, no solo  de quienes-algunos en silencio, como se sufren las almorranas-  se reconocen  aficionados taurinos.

Y porque se trata de eso, de libertad, urge responder y no seguir tapándose en el burladero del miedo, el interés y la falta de vergüenza, torera y de la otra.