Es de los pocos taurinos que tiene la capacidad de convencer con su palabra al que tiene delante, su pasión por el mundo de toro hace que su defensa sobre este sea vehemente y bajo un discurso donde la pasión nunca se pone en duda. Simón Casas cumple este sábado, 17 de mayo, medio siglo de doctorado pocos meses después de publicar “Pases y pases”, un libro donde pone sobre la mesa todas las vivencias de una carrera donde siempre ha tenido al toro cerca.
Simón es un personaje difícilmente calificable; excéntrico para algunos, romántico y apasionado para otros. El francés se califica como productor de arte, nunca le ha gustado ser un empresario al uso, de ahí que siempre estén revoloteándole por la cabeza carteles con mensaje, que tengan un sentido más allá de la competencia en el ruedo.
Simón Casas contagia entusiasmo al hablar de filosofía, de arte, de cultura y, por supuesto, de toros, su pasión más arraigada. “El toreo es belleza y verdad”, defiende con vehemencia. Su vida es el toro, por ello no piensa en un retiro dorado en las costas de su amada Francia o en otros rincones alejados del toro.
Quiso ser torero pero supo entender a tiempo que su camino no era ese. Su vida ha estado rodeada de hazañas novelescas, anécdotas memorables, lecciones ásperas y cornadas -de todo tipo-, por eso sabe y valora todo aquello que ha conseguido durante estos años, algo inimaginable cuando saltaba a los ruedos franceses pidiendo igualdad y una oportunidad para esos espadas de la tierra que soñaban con emular a sus ídolos. Porque el torero es una filosofía de vida, romántica y dura a partes iguales, pero una filosofía de vida al fin y al cabo, esa que te dota de las experiencias necesarias para torear al toro de la vida.
De raíces sefardíes, Simón siempre ha tenido un contacto directo con España, sabe el idioma desde niño gracias a su familia, que nunca pensó que un chico tan revoltoso e inquieto pudiera hacer del toreo su forma de vida. Simón es una suma de culturas, esas que le han aportado unos conocimientos que luego ha llevado al toreo. Ama Francia, su tierra, pero tiene a España metida en el corazón.
Lleva décadas llevando las carreras de espadas de primera fila y plazas de gran relevancia en el panorama internacional. Madrid es la joya de la corona de un emporio empresarial compuesto por cosos franceses como Nimes, Béziers -en sociedad con Sebastián Castella y Olivier Margé- o la coqueta plaza de Lunel. Ya en España comparte porcentaje en la gestión de la plaza de toros de Alicante, amén de tener una UTE con el matador de toros Manuel Amador en Albacete.

Como ya comentamos en las líneas introductorias, Casas no se siente empresario sino “productor de arte”, un hombre que ha dejado huella en cada coso que ha gestionado. Málaga, Valencia, Zaragoza o la francesa de Mont de Marsan han sido algunos de los cosos gestionados en el pasado, donde nunca pasó de puntillas y donde firmó alianzas con otros empresarios o llevó en solitario.
Amén de ser empresario, faceta que empezó a probar allá por agosto de 1975 en Bayona, momento en el que buscó a un Manolo Chopera con el que se asociaría años más tarde, Simón siempre ha querido estar cerca de los toreros, y fruto de ello han sido los múltiples apoderamientos durante todos estos años. Su primer apoderamiento fue el de Emilio Muñoz, luego vendrían otros como el de Curro Vázquez, José María Manzanares, Finito de Córdoba, José Ortega Cano, Uceda Leal, Julio Aparicio, Javier Conde o anteriormente Cristina Sánchez.
En los últimos años unió sus carreras a torero como Daniel Luque, David Mora, Sebastián Castella, Juan Ortega o Alejandro Talavante, diestro al que actualmente apodera. Amén de matadores de toros y novilleros, Casas también apostó fuerte y de forma decidida por dos rejoneadoras francesas, nombres que se ganaron un puesto en las ferias gracias a su buen hacer en los ruedos españoles y franceses.
Marie Sara (Boulogne-Billancourt), mujer proveniente de una familia dedicada al teatro y totalmente ajena al mundo de los toros y Lea Vicens (Nimes), también sin vinculación directa con este mundo, han sido dos mujeres a las que unió sus carreras un hombre que apostó desde el primer momento por ellas. Dos rejoneadoras que marcaron el camino para futuras generaciones, ese que hoy en día la nimeña sigue defendiendo cada vez que se sube a lomos de un caballo.
Ahora con el panorama de apoderamientos más despejado, Bernard Domb Cazes, nombre de pila de Simón Casas, centra sus esfuerzos en gestionar la primera plaza del mundo, coso que durante estas semanas celebra su Feria de San Isidro. El nimeño sabe que esta es la joya de la corona, de ahí que su apuesta por ella sea total. Y con la misma pasión que aquel 17 de mayo 1975; mañana harán cincuenta años desde que Ángel Teruel de padrino y Paco Alcade de testigo le doctoraron en el Coliseo nimeño.
