MARCO A . HIERRO
La frase no es mía, desde luego. La historia se la atribuye a Juan Belmonte, que aseguraba -según dicen- que para torear sólo había que quitarse cuando llegaba el toro. Y si no se quitaba uno, lo quitaba el toro. Fácil, ¿verdad? Casi como torear como El Juli ayer en Sevilla. O como manejó el capote Morante con el primero, o como se impuso Perera al asperote sexto sin un mohín. Porque las figuras del toreo no suelen adquirir ese estatus por casualidad.
Lo demostró El Juli cuando le ofreció el capote a Arrogante en su salida engallada y montada que pedía toreros con su par de leznas astifinas como puñales. Arrogante era de todo menos un toro fácil. Como no suele serlo ninguno de Garcigrande, porque no es lo mismo tener fondo de bravura para ir a más en la condición que ser un borrego de baba para lo que han dado en llamar Tauromaquia 2.0. Y ni siquiera fue el propio toro quien incrementó su entrega y su profundidad a la hora de embestir, porque fue Julián el que le fomentó las virtudes moviendo muñecas, arrastrando trapos y calculando milimétrico para dejar las telas en el morro sin llegar jamás a tocarlo. Muy fácil todo, ya digo..
Pero, lejos de quedarse ahí, supo Julián horadar las esquirlas para llegar a ese fondo que atisbó desde el principio -tal vez ya lo traía visto del campo- y transformar la técnica en emoción. «Me metí en su mundo…». Esas fueron las palabras de Julián después de haber reventado una feria y de haber asegurado la vuelta a una plaza de muchos de los que ayer acudieron por vez primera a un festejo. «Me metí en su mundo…». Torear es muy fácil, dicho está.
Lo fue también para Morante, cuando se abrió de capote sin haberle dado tiempo a sentarse a los rezagados de la taquilla. Y lo meció con verónicas de difícil clasificación, con el mentón soldado al esternón y las muñecas fluyendo cual el río que anda cerca. Y se arrebujó en chicuelinas de emoción pura que levantaron a un aforo completo para sentir a la vez. Muy fácil todo, sí señor.
Muy fácil fue para Perera clavarse en los medios como el poste de la luz y soplarle cambiados de pura quietud al díscolo castaño que cerró plaza, tan válido en ese inicio porque no le dio el extremeño opción. Y eso toreando después de las dos orejas de Juli, después del hueco de resaca que deja un momento así. Son figuras porque torear es muy fácil. Vaya si lo es… Para ellos.