A vueltas con Galicia y sus elecciones autonómicas en todas las tertulias televisivas, en la prensa y en eso que era twitter y ahora es una X por descifrar, recuerdo a un torero nacido en la aldea coruñesa de Moruxo en 1941 y fallecido en febrero del pasado año. Se llamaba Hilario Taboada y en los últimos años de actividad taurina en La Monumental fue asesor artístico de la Presidencia.
Hilario, que de pequeño ya sintió una pulsión taurina, llegó a Barcelona con 16 años, mediados de los cincuenta (Chamaco en los carteles). La capital catalana daba toros, en sus dos plazas, jueves y domingos, y desde la primera novillada a la que fue con su padre ya tuvo claro que quería ser torero. Practicó el toreo de salón y en 1961 se vistió de torero por primera vez en Noia (La Coruña). La cosa se dio bien y estuvo doce años en la profesión, sin llegar a tomar la alternativa por decisión propia, rechazando la posibilidad en dos ocasiones. Una en 1969 en la localidad de Sarria (Lugo) nada menos que con El Cordobés como padrino y la otra en América, pero siempre albergó el sueño de tomarla en La Coruña. Sueño no cumplido y retirada en Caracas en 1973, eso sí después de ser el torero gallego que en más plazas de su tierra toreó, en muchas de ellas como maletilla. Vivió un tiempo en Valencia y debutó con picadores, anunciándolo como gallego-valenciano, toreó con asiduidad en los pueblos y en Algemesí llegó a cortar una pata.
La personalidad de Hilario Taboada se define en lo que él mismo explica en su libro “Memorias de un torero gallego” (2016): No quiso tomar la alternativa “porque no podía quitar a “Celita” el honor de ser el único torero gallego de alternativa”.
Y es que Alfonso Cela “Celita” (Cariacedo-Lugo-1885. Madrid 1932) fue un torero que después de hacerse matador en 1912 en La Coruña de manos de Manuel Bienvenida toreó en distintos cosos españoles y americanos, con triunfos en plazas como las de Barcelona, Sevilla o México y se retiró en Madrid en 1922, estoqueando al toro “Catalán”( ahí queda eso para los susceptibles). Se dijo de él que “toreaba mal y mataba muy bien” una dicotomía que en el toreo se suele dar a la inversa.
Historias singulares las de Celita e Hilario Taboada que se completan con otra que no tiene desperdicio. La de Luis Ríos “El Pinturero» (Lugo 1945- Cartagena de Indias 1966). “El Pinturero” había ingresado en 1960 voluntario en la Escuela de Paracaidistas de Alcantarilla y de ahí a instructor de vuelo en Cuatro Vientos. Intentó aterrizar en paracaídas en la plaza de toros de Getafe pero lo hizo a dos kilómetros del coso, a donde llegó andando para torear el cuarto novillo. La fatalidad llegó en diciembre de 1966 con un nuevo intento en la plaza de la Cartagena de Indias, pero cayó al mar y murió ahogado.
Tres toreros gallegos, tres historias singulares que tienen en Galicia el punto de partida y que se unen a la de todo un Nobel de Literatura, Camilo José Cela, nacido en Iria Flavia (La Coruña ). Cela toreó becerradas, frecuentó las plazas de toros y escribió piezas como “Toreo de salón” y “El Gallego y su cuadrilla”.
En Galicia solo da toros Pontevedra mientras el moderno Coliseo de La Coruña permanece cerrado al toreo.
Pero he querido traer aquí un breve a apunte de la memoria taurina gallega, que ojalá se siga escribiendo durante mucho tiempo. Las administraciones políticas deberían tenerla presente, aunque solo fuera por ser patrimonio de sus gentes. Como lo fue de Hilario Taboada, “Celita”, “El Pinturero” y, por supuesto, Camilo José Cela.