Tiene Morenito el alma que le revienta de toreo después de lo sucedido en Burgos este 26 de junio. Porque venía de quedarse fuera de San Isidro -siendo torero de Puerta Grande-, de intentar reivindicarse en Vic-Fezensac pero que un toro lo mandase en helicóptero para el hule cuando lo saludaba en el portón de los miedos y de tener como bala el Coliseum para romperse de torear lo que la falta de contratos y las circunstancias no le habían permitido estos meses. Y la espada se la jugó.
Demostró una vez más Jesús Martínez que siente el toreo, que ralentiza con gobierno cada trazo y es capaz el de Aranda de entrar de nuevo en las Ferias. Así lo ejecutó en los «sampedros», pero los pinchazos le robaron una tarde de cuatro orejas. Que no venían bien, sino de perlas.
Porque se rompió en cuerpo y alma -hasta para irse a portagayola- en una tarde que era la de su temporada hasta el momento. Y el acero le robó el premio dos obras de artista. Madrid lo espera más pronto que tarde. Su momento, realmente, es para no perderse ni un detalle