COLUMNA

Se retira Enrique de la Rosa, el alma de Villaseca


lunes 13 enero, 2025

De la Rosa se ha jubilado de sus labores como maestro pero también que ha dejado su labor durante 30 años en Villaseca de la Sagra.

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De la Rosa junto a su hijo.

Por JAIME LÓPEZ

Hoy hemos conocido que Enrique De la Rosa se ha jubilado de sus labores como maestro pero también que ha dejado su labor durante 30 años en Villaseca de la Sagra.

Para los que no le conozcan Enrique es la persona con la que el Alfarero de oro creció hasta convertirse en un referente mundial en la promoción de los novilleros y en una cita obligada del calendario taurino. Junto a Jesús hicieron una pareja que logró atraer hacia el pequeño pueblo de Villaseca las miradas de aficionados de México, Francia y los más exigentes de Madrid.

Para Enrique nunca fue una excusa tener una población de 1800 habitantes y sí una motivación sabiendo que el límite del Alfarero estaba en sus ilusiones y muchas veces no en la lógica. Cualquier innovación o detalle era cuidado al milímetro y a la Sagra llegaba la mayor modernidad porque nada era suficiente para Enrique y la plaza de Villaseca.

Se construyó la plaza nueva, aumentaron los encierros en cantidad y calidad, llegó el Alfarero de Plata y las jornadas taurinas se convirtieron en un referente con diestros de la talla de Rafael de Paula, Paco Camino, Juan Mora, César Rincón… entre otros.

Junto a Eduardo le podías ver en la última fila de cada plaza de chapa en la que un novillero buscara sus ilusiones para atraer lo mejor a Villaseca pero sobre todo para ser justo.

Enrique apostó firmemente junto a Jesús por las ganaderías toledanas y por los novilleros de la tierra como el ejemplo de anunciar a Tomás Rufo cuando no tenía una sola novillada firmada.

Enrique ha sido sobre todo un hombre bueno, muy amigo de sus amigos y que nunca ha olvidado quién ha querido a Villaseca. Abría y cerraba la plaza, recitaba el sorteo, no dejaba a nadie sin su papel con las ganaderías, cuadrillas y sorteo repartiendo con una sonrisa en la boca y con el arte de lo que siempre ha sido, maestro de pueblo.

Para ir acabando decir que Enrique ha respetado como nadie a los que empezaban y les dio el sitio que en otras plazas se le negaban porque solo pedía la garantía de la ilusión y el cariño hacia su tierra.

Desde aquí deseamos la mayor suerte del mundo a una persona que deja una huella imborrable y que estará siempre unida a Villaseca y al toro.