LA CRÓNICA DE PLATA

Conexión francesa


martes 30 mayo, 2017

Morenito de Arles e Ismael González saludaron una ovación que fue lo más evidente de una tarde de mucho contenido entre las cuadrillas

Morenito de Arles e Ismael González saludaron una ovación que fue lo más evidente de una tarde de mucho contenido entre las cuadrillas

MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: PALOMA AGUILAR

Fue tarde de mucho bregar, de mucho ayudar, de mucho trabajo sordo para el lucimiento del matador que, en este caso, no lo era todavía, pero la lidia es igual. Fue la tarde en que los de confianza tuvieron que aportar mucho. En ocasiones, de forma sorda y hasta desapercibida, pero eficaz y solvente; en otras, como en el tercero de la tarde, poniendo tres extraordinarios pares de banderillas para saludar una ovación cerrada del tercio de plaza que poblaba Las Ventas.

Este fue el caso de Morenito de Arles y de Ismael González, que obtuvieron el fruto callado que cosechan los de plata. La montera agradecida voló de sus manos para agradecer el reconocimiento de Madrid. Por cuadrar en la cara, clavar arriba y reunir los pares con torería y exposición.

Pero esa conexión francesa de Morenito y de Younes no fue lo único que brilló en la tarde. Destacó sobremanera el capote de Rafael González, uno de los subalternos más solventes de cuantos pueblan el escalafón y también uno de los que más veces se ha vestido de torero en este San Isidro. Le tocó bregar con el cuarto, uno de los mejores de una tarde donde los utreros sacaron sus opciones, y fue también por su labor justa y medida. Para el recuerdo queda su carrera a una mano para cerrar a ese cuarto en el burladero a la espera de que Valadez se hiciera con él. Y a ello contribuyó también el puyazo que le recetó al animal un Óscar Bernal que cada vez se hace más grande toreando a caballo, con su particular forma de descargar el palo en lugar de echarlo. Personalidad.

La tiene también Álvaro Oliver, que supo ofrecer las pausas y los tiempos para que tomase aire el buen segundo y llegase a la muleta con las opciones intactas. Caso análogo fue el de Abraham Neiro, que supo sentirse, además de bregar, con el burraco tercero, al que le dio un trato suave y largo con el capote.

Mención especial cabe para los dos pares de banderillas que le dejaba Pepín Moje al cuarto, al que le descubrió, además, el gran tranco para el jefe de filas.