PLATA DE LEY

Una corrida para soñar en el capote


domingo 28 mayo, 2017

Fue una corrida de Capea en Madrid para soñar en el capote, y los privilegiados, aunque como siempre pitados, fueron los auxiliadores de la tarde de hoy en Las Ventas

Fue una corrida de Capea en Madrid para soñar en el capote, y los privilegiados, aunque como siempre pitados, fueron los auxiliadores de la tarde de hoy en Las Ventas

JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO /
FOTOGALERÍA: PALOMA AGUILAR

Fue una corrida de Capea en Madrid para soñar en el capote,
y los privilegiados, aunque como siempre pitados, fueron los auxiliadores de la
tarde de hoy en Las Ventas. Fueron seis toros distintos de condición pero que
en líneas generales mantuvieron la movilidad, el desparpajo y la nobleza: una
corrida para cuajar de capa y, sobre todo, para saber esperarla, como hicieron
perfectamente los hombres de Leonardo Hernández frente al segundo de la tarde,
un animal al que había que aguantarle mucho el viaje hasta el momento del
embroque. Nicolás Hernández, Hugo Miguel Pereira y Pedro Benito supieron en
segundo, cuarto y sexto dar la talla en la tercera de rejones de San Isidro.

Por su parte, los hombres de Diego Ventura, el nombre que se
llevó el mano a mano por ganar en trofeos, solventaron un gran lote de no ser
por el deslucido quinto de la tarde. Aquel animal requirió de lidia firme, la
que le dieron Francisco Céspedes, Mario Duarte y Antonio Díaz que, y aunque
siempre entre los pitos incomprendidos del respetable, supieron lidiar en los
tiempos muertos del cambio de caballo las dificultades de ese animal
especialmente.

Aunque desgraciadamente lo comentado anteriormente es la
sintonía que ya resuena en cada plaza de toros cada vez que un auxiliar sale de
la tronera del burladero: sonido de viento por parte del respetable. No hace
falta que haga las cosas mal, simplemente con intentar colocar al toro el
público relaciona severamente. Una moda que se ha implantado ya como casi una
norma. Y hoy los hombres de a pie de Ventura y Leonardo Hernández, a los que se
les sumaron los nombres de José Calvo en las filas del cigarrero y Duarte
Alegrete en las del extremeño por tratarse de un mano a mano, dieron con creces
la talla.