EDITORIAL

Unión… ¿de qué?


jueves 2 septiembre, 2021

El organismo que debe velar por los intereses de los novilleros que actúan en Villaseca compadrea con uno de los de las cuadrillas

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Lo de Villaseca comienza a convertirse en el caballo de batalla de una guerra que estaba tardando en llegar. Es lógico que cada sindicato defienda los intereses de sus afiliados, y podemos conceder que incluso por encima de lo justo y lo equilibrado. Podemos concederlo porque cualquiera que esté en el toro sabe que si quieres tres tienes que pedir como mínimo cinco. Porque este es un mundo en el que colocarse es fundamental, y una vez has ocupado la posición, mal se tiene que dar para que te quiten.

Máxime cuando llevas un buen montón de años siendo el único sindicato y has alcanzado tal representación y tal nivel de confianza que los has convertido en tus armas para presionar y presionar cada vez más, hasta comprender que la presión podía convertirse en extorsión -presunta, por supuesto- sin que nadie dijese ni pío. Así ha actuado la UNPBE durante muchos años, de manera completamente impune porque se lo permitían, hasta el punto de convertir en derechos adquiridos los usos excedidos que nadie protestó. Y nos parece muy bien, mire usted. Porque nadie lo protestó; señal de que a nadie molestaba.

Pero eso otorgó un poder a los banderilleros que les puso por encima de los matadores, novilleros y rejoneadores. El sistema iba colapsando y eran ellos los que menos lo notaban, porque traían hechos los deberes sindicales, como era su obligación. Pero llegó un momento -que llega en todo- en que la rosca no dio más de sí, y se pasó el tornillo. Ese llegó con los derechos de televisión, que están en el fondo de esta guerra como la causa subyacente. Porque dicen que esto no es una cuestión de dinero, pero ¿hay alguna disputa que no lo sea?

Comienza siendo una cuestión de dinero desde el momento en que cualquiera de los subalternos que actúa en un festejo, sea con Manolete o con un chaval que debuta, cobra LO MISMO, repetimos, LO MISMO, que cualquiera de sus compañeros. Se llame Martín Recio o El Polvoreño. Y de esa forma es muy fácil buscar el interés común. Y lo es más aún comerle el terreno a las demás asociaciones, porque aquí sí existe la unidad. Y en la parte de los matadores, aunque están casi todos, figuras y noveles, nada tienen que ver los intereses de Manzanares con los de Miguel Polope. Y por eso no se defienden igual. Pero hasta hoy había habido un decoro en defender al de oro que hasta le costó un par de bofetadas una tarde malagueña a Íñigo Fraile, abogado de la Unión de Toreros, que quiso defender a un afiliado y se la llevó.

Pero no cabe en cabeza alguna que la patronal de los matadores compadrease con el sindicato mayoritario de banderilleros sin importarle la situación o la voluntad de los novilleros que tomarán parte -y la van a tomar- en el certamen de Villaseca de la Sagra. Es como si la CEOE se pone en la manifestación junto UGT, brazo en alto y ademán exaltado, y le exige a los empresarios medidas inviables para beneficiar a los trabajadores. Así es el toro. Y así nos va.

Pero de repente se encuentran todos con aficionados con acceso a gestión, no sólo taurina, también municipal, y deciden crear certámenes de novilladas para garantizar el futuro de los que quieren llegar a ser. Pero esos certámenes reciben una inversión municipal igual que otras actividades fuera del toro, y ésta debe ser SOSTENIBLE si se quiere continuar su celebración en venideras ediciones. Entonces buscan llegar a acuerdos con todos los interesados. Y ahí es cuando llega la confrontación. Porque el alcalde de un pueblo de 1.700 habitantes que dedica cientos de miles de euros a celebrar novilladas pide que se adecúen los gastos tras la pandemia si queremos que pervivan los certámenes.

Certámenes, sí, porque a los dos de Villaseca hay que sumarle Arnedo -cuya celebración debió suspenderse este año y no debe suspenderse más-, Algemesí, Guadarrama, Villa del Prado, San Agustín de Guadalix… Todos ellos en la misma situación que Villaseca y en el mismo foro. Porque ellos también han decidido unirse. Y ahora es posible, porque existe otro sindicato de banderilleros, Asprot, que cuenta con más de 300 afiliados y que está de acuerdo en las condiciones que plantea Villaseca. Más de 300 profesionales que han visto cómo dejaban de ingresar sus derechos de televisión porque era UNPBE quien se hacía cargo del cobro, de su dinero y del que le correspondía a los de Asprot. Y ahora muchos de los afiliados, que puede que no sepan de la misa la media, hablan de profesionalidad y que quitar el dinero. ¿Cómo era aquello de la paja en el ojo ajeno y la viga en el nuestro…?

Pero volvamos al motivo de estas líneas. Una Unión de Toreros que se ha vuelto oscura y opaca desde la salida de Juan Diego de la presidencia, y que tiene en El Fundi a un presidente cuyo nombre respetaban todos los modestos hasta que se metió a empresario de las giras de reconstrucción. Y usó las mismas argucias que los de nombre y abolengo, aderezadas con algunas nuevas de cuño propio. Que en el toro lo bueno se aprende con los años, pero lo malo se conoce tres cuartos de hora después de haber llegado. Y, ojo, que si escribimos lo que escribimos es porque tenemos pruebas, no vaya alguien a pensar que será fácil callarnos.

Por eso defendemos la honradez y la ilusión por la fiesta de un pueblo que podía mañana sacar a concurso la plaza y que la cogiera algún golfo que diera una corrida tunelera y no pagase los sueldos que Hijosa garantiza a las 12 de la mañana. Y lo curioso es que a ese no le pasaría nada, porque las medidas serían no visar el contrato de la plaza, siempre con la intención de que sean los Ayuntamientos los que paguen los desmanes de los bandidos. Porque es verdad que lo son, pero también son hijos del cuerpo. Y es más fácil buscar la satisfacción de la deuda en el primer pagafantas que tenga posibles para abonar. Y eso, según ellos, sí es una conducta honrada.

Y, visto lo visto, uno se pregunta ¿Unión? ¿Unión de qué…?