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El Niño de la Capea vuelve a torear en el campo bravo mexicano: así son, en vídeo, las ‘perlas’ que deja Pedro Gutiérrez


lunes 10 enero, 2022

El Niño de la Capea vuelve a torear en el campo bravo mexicano, dejando instantes fugaces de su genial concepto que tanto marcó a la afición azteca durante su etapa en activo.

Niño Capea
El Niño de la Capea, en un festival. © Archivo

Hablar de Pedro Gutiérrez MoyaEl Niño de la Capea‘ es hacerlo de una de la figuras máximas del toreo y, además, un espada por el que parece no pasar el tiempo, porque a sus casi 70 años de edad sigue dando cátedra de su toreo allá por donde va. Ya no es en las plazas de toros, lugar donde cautivara durante muchos años, sino en el campo, lugar donde puede sacar a relucir ese concepto tan personal que lleva dentro.

Ya hemos visto a El Niño de la Capea en varias ocasiones bordar el toreo ante las murebeñas vacas de su casa, así como de los machos de la misma rama que son ahora propiedad de su yerno y su hija. Toreo pausado, reposado, ese que tienen solamente los elegidos. Muñecas y cabeza, temple y cadencia, así es el toreo más intimo de un salmantino que aún sueña y hace soñar.

El Niño de la Capea, santo y seña en México, donde ha vuelto a coger la muleta

El Niño de la Capea fue torero que fue santo y seña en México, uno de los consentidos en aquellas tierras, de ahí que en cuanto puede salta el charco para disfrutar unos días con sus amigos mexicanos. Allí goza del respeto y de la admiración de una afición que no olvida aquella tarde con ‘Samurai’ de la ganadería de Begoña propiedad de Don Alberto Bailleres González, una faena que lo catapultó a los cielos. Era el primer indulto por parte de un torero español en la Monumental Plaza México.

En México lo hemos vuelto a ver en sazón, como en sus mejores tiempos. El campo charro ha sido testigo de un tentadero que ha dado la vuelta al mundo. El Niño de la Capea, como así rezaba en los carteles, volvía a estar en la boca de todos los aficionados. Se le ve fino, suelto, con la cabeza fría, todo ello ante un animal con el temple y la clase que es tan característico en el toro mexicano. Esa embestida ralentizada que tanto aprecian los toreros. Esa bravura enclasada que permite a los toreros expresar lo que llevan dentro.

El alma del toreo de Niño de la Capea, en las yemas de sus dedos

Conoce bien Pedro este tipo de embestidas, esas que tienen una similitud grande a sus murubes españoles. Pese a ser dos ramas bien diferenciadas, ambas vienen de un tronco común pese a los años que las separan. Allí en casa de Juan Pablo Corona vimos expresarse al torero salmantino, ese que comparte apodo con su segunda patria. Ambos son charros, de ahí que su unión sea inquebrantable.

Siempre se dice que las mejores faenas surgen en el campo, fuera de toda presión, sin el aliento del público. No hay tiempo, uno puede crear, inspirarse, y eso le pasó a Pedro Gutiérrez Moya, que se sintió con las embestidas del animal, supo canalizar en las yemas de sus dedos las embestidas y se expresó como torero pese a llevar años retirado de los ruedos. En México volvió a revivir esos momentos que lo hicieron ser uno de los toreros más reconocidos en tierras aztecas.