AL NATURAL

Lo que podría esconder la renuncia de Morante a torear antes de Resurrección: ¿Y si se echase seis a los hombros?


lunes 31 octubre, 2022

La renuncia de Morante a participar en corrida alguna antes del 9 de abril de 2023, Domingo de Resurrección, podría esconder una encerrona ese día en La Maestranza

Morante Sevilla
Morante, haciendo el paseíllo en Sevilla. © Diego Alais

«Seguramente no me anunciaré más en solitario». Esas fueron las palabras textuales de José Antonio Morante de la Puebla a El País después de su encerrona de 2021 en El Puerto de Santa María con seis toros de Prieto de la Cal que no juntaron entre todos una embestida medio servible. «Seguramente», dijo, lo que no implica una negación taxativa . Y esto invalida como impedimento estas declaraciones para una nueva encerrona de Morante que deje mejor sabor de boca que aquella otra en el ocaso de una carrera que no puede quedarse en eso cuando más abarca su tauromaquia.

Por eso las declaraciones de hace a penas unos días a los compañeros del diario El Mundo llevan a pensar que el Domingo de Resurrección, la corrida que lleva metida en el corazón el sevillano, podría anunciar en su cartel un único nombre: el de José Antonio. Ha renunciado a participar en citas tan importantes en el calendario como Valdemorillo, Olivenza, Illescas, Fallas o Castellón. Sí, es cierto que una temporada como la actual, en la que ha alcanzado los 100 festejos, obliga a un torero como él a tomarse un descanso. Pero, ¿y si tuviese en mente encerrarse con seis toros en el Baratillo? ¿Y si fuera ese uno de los retos de la temporada entrante, en la que suponemos -y deseamos- que seguirá intentando cumplir objetivos para subir cada vez más peldaños en la historia del toreo? ¿Hay algún reto que pueda motivar más a un torero como él?

Eso significaría, además, que no renuncia a echarse a la espalda el peso de la taquilla en una plaza como La Maestranza y en una fecha como esa, lo que también dejaría claro el mensaje de cara a la campaña de vuelta de un centenar de festejos en que habrá tenido que rebajar su caché en numerosas ocasiones para poder anunciarse en cosos de entidad menor. Porque si hay que hacerlo, se hace, pero hacerlo pa ná… Que hablamos de un torero legendario haga lo que haga en lo que le quede de carrera.

Una plaza mágica, seis toros con ciertas garantías -no la bueyada de El Puerto-, incluso de seis encastes distintos, pero criados para entregarse a la embestida y a la pelea. Dibujado así, podemos obviar aquellas declaraciones posteriores al anunciado fracaso. Entre otras cosas, porque todos hemos dicho aquello de «no vuelvo a probar el alcohol» después de pasarnos un fin de semana. Pero lo cierto es que al fin de semana siguiente cambiamos de gin para el tónic y empezá(ba)mos otra vez. ¿Cómo vamos a renunciar a nuestro chute de Morante? Aunque sólo sea a la esperanza de que pueda repetirse.

Y, ya puestos, y analizando las circunstancias, las pruebas parecen apuntar a que se fragua un acontecimiento de proporciones bíblicas para ese Domingo de Resurrección. ¿Dónde están los argumentos en contra…?