Es mayor en edad, pero las ilusiones de ver cómo van embistiendo aquellos toros que vio nacer de los vientres de las vacas que había elegido él mismo no ceden jamás al paso del tiempo. Ha delegado muchas responsabilidades en sus hijos, Ricardo y Pablo, que le han salido, además, excelentes aficionados, pero la palabra de la experiencia se respeta tanto en esta casa, que ambos han sabido coger la veta buena en las enseñanzas del patriarca. Humillación, bravura y casta; esa es la Santísima Trinidad de Victoriano del Río, que confiesa entre risas que él cria el toro «para el torero… bueno».
Lo dice entre bromas, sí, pero ese trasfondo de verdad que esconde la aseveración es el que guarda la importancia que tiene la vacada: lo de Victoriano es bueno, sí, pero no fácil. Esta no es la ganadería de baba con la que los llamados ‘toristas’ se empeñan en insultar a hierros elegidos por las figuras del toreo. La vacada de Guadalix tiene ‘tralla’, como dicen los profesionales en los sorteos, donde «yo sé que suelen poner a los caballos más grandes y experimentados porque los profesionales saben que lo de Victoriano empuja. Y mucho…», sentencia el ganadero. Porque conoce lo que cría.
El material para el sueño de Victoriano del Río
Ya ha pasado mucho tiempo desde aquéllos primeros años en los que un ilusionado y joven Victoriano se fue a buscar la materia prima para su ganadería a casa de Antonio Pérez de San Fernando. Los Atanasios legendarios que tanto copaban el mercado en los 80 y en los 90 -cuando Sepúlveda era más o menos lo que hoy Cuvillo- fueron su primera opción a la hora de comprar, pero «terminé muy decepcionado con la experiencia, y decidí cambiar mi concepto hacia lo de Jandilla, que entonces, todavía en manos de Fernando Domecq, lograba que le embistieran cuatro toros de seis en la mayoría de ocasiones», recuerda Victoriano con admiración.
Y allí recogió una simiente a la que, hoy en día, y con toda la lluvia que ha caído desde entonces, sigue sin permitirles «que no embistan por abajo. Esa es mi total obsesión. Y creo que lo he conseguido. Luego unos embisten más profundos, otros menos… pero todos lo hacen por abajo», explica el criador. Y esta temporada, además, lo han hecho en todas las plazas de primera categoría, donde es casi segura la presencia del hierro de la Y año tras año. «Ha sido la culminación de mis objetivos», señala Victoriano emocionado. «Hemos logrado que salga Tomás Rufo por la Puierta del Príncipe con una rotundidad inmensa; hemos hecho lo mismo en Madrid con Ángel Téllez y con Francisco de Manuel, lo que me da, además, la satisfacción de que hemos contribuido a afianzar la nómina de toreros jóvenes para que tomen el relevo de los que hoy son figuras…», matiza. Por no hablar de los toros que han salido en Pamplona, en Bilbao, en Zaragoza, en Nimes…
¿Qué necesita su toro para embestir?
Es cierto que el toro de esta casa tiene una regularidad tremenda en la embestida, pero es una auténtica necedad decir que es una ganadería fácil. Si hay un toro encastado y bravo en el campo hoy en día, seguro que está en la finca de Guadalix. ¿Qué hace falta, entonces, para que embista el toro de Victoriano? El propio ganadero lo tiene claro: «Toreros buenos. Y eso implica comprender las características de este toro y comprender que hay que darle lo mismo o más de lo que tú le pides, porque regalar… aquí no te regalan nada», apunta Victoriano.
«Una vez me preguntaron cuál era el toro que yo quería, el que me gustaría tener», cuenta el criador con una sonrisa de nostalgia. «Yo, que entonces estaba empezando, le dije que quería criar el toro para el torero. Y hoy, décadas después, añadiría lo que no le dije entonces al periodista: para el torero bueno…». Y es que Victoriano, que ahora tiene el toro que empuja, que se mueve, que exige y que da espectáculo, tiene clara la diferencia entre las figuras y el resto de los mortales. «Las figuras lo son por algo; con un toro empujando y pidiendo toreros son los buenos los que aploman los talones y deciden entregarse igual que lo hace el toro. Eso no es nada fácil, pero marca la diferencia»…
Y el historial en Las Ventas es tan demoledor como que debutó en 2006 con una corrida de toros en Las Ventas: César Jiménez salió en hombros de ella, y con una oreja salieron Luis Miguel Encabo y Eduardo Gallo; en 2007 echó aquel Cantapájaros en la salida en hombros de El Juli; en 2008, además de la gesta heroica de José Tomás en su última tarde en Las Ventas, contribuyó a la tarde triunfal de Miguel Ángel Perera en su encerrona -volvería a cortar tres orejas de una corrida de la Y en 2014-; en 2009 salió Beato a la arena para hacer triunfar a Esplá en su despedida; y luego Talavante, y Manzanares con aquel Dalia que ya está en la historia -en un festejo en el que también López Simón abrió la puerta hacia Alcalá-, y Emilio de Justo el pasado 2 de julio, Roca Rey y también Francisco de Manuel, el último que ha tenido el honor de cruzar ese umbral. El que se sienta capaz… que lo empate.