La tarde de hoy era una fecha clave para casi todos los matadores sevillanos que no habían entrado en la Feria de Abril, porque la empresa los ‘atendía’ con un festejo en el que seis de ellos hacían el paseíllo en La Maestranza para lidiar un sólo toro. En este caso, de Virgen María, que debutaba con corrida completa en el coso del Baratillo. Pero esa oportunidad no será tal al estar la feria de cerrada a cal y canto. Tras entrar Ureña en la corrida de García Jiménez quedaba un hueco el sábado 30 con los de la A Coronada, una fecha perfecta para que alguno de los seis actuantes se ganara un puesto en ella. Pero al igual que se aplaudió a la empresa por la entrada del murciano en sustitución de De Justo, la afición no entendía como un cartel como el de Victorino quedaba en mano a mano sin ni siquiera esperar a que la temporada en Sevilla diera el pistoletazo de salida. La puerta se cerraba de par en par para seis sevillanos que buscaban ese anhelado triunfo. ¿De qué vale un triunfo si no tiene recompensa?
Ese triunfo que se dio en la actuación de tres toreros a los que le debe sonar el teléfono. Ese que los empresarios no deben dejar marcar, si no ¿como explicamos esto? ¿vamos a tener que esperar al año que viene para que vuelvan a tener una oportunidad? El toreo es grandeza, hagamos las cosas bien por una vez. De momento y si nada se tuerce Alfonso, Borja y Ángel tendrán que seguir viendo los toros desde la barrera.
Una oportunidad que se podía convertir en un caramelo envenenado. Según iban saliendo por chiqueros los animales de la divisa sevillana nos dábamos cuenta que la corrida escogida valía más bien para una plaza torista que para una corrida de este calibre. Un encierro que por hechuras no casaba con el toro que se debe lidiar en La Maestranza. Parece ser que el buen gusto con el que se han estado haciendo las cosas en esta plaza durante años hoy no se tuvo en cuenta. Por suerte la corrida no se comió a nadie y en varios de sus toros propiciaron el triunfo de unos espadas a los que se debe cuidar, al menos con la presentación del ganado que lidian, lo de más es otro cantar.
Oreja tras aviso para Oliva Soto tras lidiar a un primero de Santa Ana con fijeza y prontitud
Obligó la afición de Sevilla a saludar a la terna nada más acabar el paseíllo en un claro gesto por arropar a los seis paisanos que trenzaban el paseíllo buscando una oportunidad. El primero de la tarde fue un serio y armado animal de Santa Teresa, un toro con poco cuello y la fuerza medida. Lo lanceó con temple Oliva a la verónica, todo fue a media altura por la condición y construcción de un animal al que no le sobraban las fuerzas. Se le midió en el caballo para más tarde llegar con celo a la muleta. Tuvo la virtud de la prontitud, la fijeza y el temple un toro al que Oliva no apretó. Comenzó con series cortas a media altura para afianzar al toro. Le costó cogerle la velocidad en una primera parte de la faena en la que si acertó en terrenos y alturas. Rompió la plaza con una serie al natural en la que dibujó tres naturales de gran cadencia, ahí si redujo su embestida. El animal se atemperaba cuando más templado lo llevabas. Tanto el trasteo como el toro fueron a más durante una faena en la que Oliva Soto volvió a sentir los olés roncos de la Maestranza. Se arrebató con una serie final a derechas que volvió a calar en el respetable. Tras dejar una estocada casi entera y algo perpendicular, cortó una oreja que le debe valer para abrirse camino en la temporada. El aviso de la presidencia no restó valor al premio cosechado ante un toro con virtudes.
Esaú saluda una ovación con el mansurrón segundo
El segundo fue un animal de Virgen María con el que hizo un gran esfuerzo el torero de Camas. Un toro serio pero más armónico en sus hechuras. Un astado que se frenó de salida, embistiendo con la cara a media altura y sin trasmitir lo más mínimo. Repitiendo comportamiento en el posterior quiete de un Jiménez que le jugó bien los brazos. Ya marcó que su raza estaba al limite en un tercio de banderillas en el que siempre se sintió más a gusto en el tercio. Embistió con galope y trasmisión en dos series iniciales en las que Esaú lo llevo siempre empapado en las telas. El animal siempre tendía a embestir por dentro y con la cara por encima del estaquillador. Toro con complicaciones, ejemplar al que había que llevar sometido pese a que este nunca se entregó. Esaú le aguantó miradas y embestidas en un trasteo algo desigual pero en el que la entrega fue total. A zurdas no tuvo mejor condición, siempre sabiendo lo que se dejaba atrás y haciendo hilo. Vimos a un Esaú muy centrado y sabiendo lo que pedía el astado en cada momento pese a que la condición del de Virgen María distaba mucho de su hermano lidiado en primer lugar. Su final de faena entre los pitones fue la rubrica a un trasteo de gran capacidad. Tras pasaportarlo saludó un cariñosa ovación desde el tercio. Otra vez será.
Javier Jiménez saluda una ovación con el complejo tercero de Virgen María
El tercero de la tarde cantaba por sus hechuras la línea de la que venía. Un astado muy en tipo de Victoriano del Río que ya de salida se fue tras los vuelos del capote de Javier Jiménez, el cual le recetó un limpio y templado saludo a la verónica que hizo crujir la plaza. Pero ahí no quedó todo, Borja Jiménez decidió probar por el mismo palo en un sobresaliente quite. Dos verónicas y una larga cordobesa de auténtica revolución por la prestancia y la cadencia con la que realizó todo. Ya marcó en banderillas que su condición de mansito podía influir en una faena de muleta brindada al Maestro Espartaco. Javier se lo llevó a los medios para aprovechar la prontitud y la clase de un toro complejo en sus embestidas. Un animal al que había que llevar siempre enganchado y tirar de el, sino se aburría y tendía a descomponerse. A derechas dejó dos series pulcras el de Espartinas, las cuales no se redondearon al ir el astado perdiendo celo. Por el izquierdo arrolló en varias ocasiones al mayor de los Jiménez al buscar descaradamente irse a tablas. Javier cinceló los mejores muletazos de su trasteo cuando acertó a abrirle algo el muletazo y pulsearlos con suavidad. Ahí el toro se deslizó siempre con gran clase, pero su condición de manso estuvo por encima de sus virtudes muleteras. Estuvo correcto y templado un torero que pese a no cosechar triunfo no perdió ese crédito con el que llegaba a la Maestranza. Su final de faena tuvo mérito al aguantar los parones y las miradas del de Virgen María. Saludó una ovación tras pasaportar a un toro que pese a su mansedumbre y complejidad tuvo cosas muy interesantes.
Borja Jiménez se cruje al natural y saluda una ovación en el cuarto
El cuarto de la tarde fue un castaño serio, corto de cuello y con mucho pecho. Un toro con volumen y trapío para cualquier tipo de plaza. Lanceó con prestancia en un irregular recibo a la verónica a un animal que embistió sin emplearse, pasando a media altura, como si aquello no fuera con él. Pero Borja es de esos toreros que llena el escenario, que torea dentro y fuera de la cara del toro. Se crujió al natural en series de toreo caro. Citando siempre de frente y vaciando el muletazo tras la cadera. Como dijimos no es como torea, que lo hace como pocos, sino como se la presenta, como coge la muleta, como asienta las zapatillas, como torea con las yemas. Parece no tener prisa, lo hace todo para alimentarse, para sentirse pleno. No fueron más de quince pases, siempre de uno en uno y a media altura, pero se los pegó de categoría. Como serían que el deslucido animal se enteró cuando la faena ya languidecía. Sevilla parecía ausente ante una obra que pasó desapercibida para una gran parte de los que se sentaban en la piedra de la plaza. Borja es de esos toreros que tiene el don del temple, ese que no es otro que saber reducir las embestidas de los animales. Torea, no acompaña. ¡Y ahora como explicamos que siga sin apoderado! Cuando tomó la derecha el toro ya no tenía ni uno, de hecho le había robado más de los que tenía dentro. Fue una labor para aficionados, una obra de pura caricia que si no llegó a romper fue por la justeza de fuerzas y entrega de un toro que no correspondió a la entrega del torero que tenía delante Tras una estocada casi entera saludó una ovación que bien debe verle para firmar más contratos ¡Qué pena que no estuviese la televisión!
Lama de Góngora saluda una ovación con el basto y deslucido quinto de Santa Ana
Lama de Góngora hizo un esfuerzo con el mansón quinto, un burraco de Santa Ana con el que estuvo más que digno. Lo mejor de su labor vino en el recibo de capa, siempre perdiéndole un paso y toreando a la verónica con las palmas de las manos al basto. Un toro que siempre se sintió cómodo en los terrenos de tablas. Todo se lo hizo a media altura aprovechando la inercia del toro. Un ejemplar deslucido y de anodina embestida que acabó apagándose y que acusó la desordenada lidia dada tras derribar al jaco. Lama estuvo centrado en un trasteo en el que nunca se aburrió pese a que la faena no tomara vuelo. Por ambos pitones tuvo la misma condición, esa que estaba marcada por la falta de clase. Porfió el sevillano por ambos pitones en un trasteo en que buscó sacar agua de un pozo vacío, pero el basto y corto de cuello animal de Santa Ana ya tenia bajada la persiana casi desde que se crujió en su recibo de capa. Tras dejar una estocada casi entera fue justamente ovacionado.
El buen gusto de Ángel Jiménez pasea la oreja del sexto
Ángel Jiménez no le fue a la zaga a sus compañeros de cartel y se entregó totalmente en su labor ante el interesante sexto, un toro que desde salida humilló una barbaridad pero que sin embargo tendía a frenarse. Se le cuidó en varas y en un tercio de banderillas en el que el de Virgen María siguió manteniendo la virtud de la humillación. Jiménez estructuró su faena en tres partes. Una primera en la que inició su labor por alto con muletazos con un sello muy personal, los cuales estuvieron entrelazados con toreros remates por bajo de mucho empaque. Toreó con toro el cuerpo en un inicio que caló en el respetable. Luego vimos una segunda parte cimentada en la derecha, por ahí le corrió la mano al astado con templanza, siempre buscando llevarlo empapado a la pañosa. Lo hizo todo con suma despaciosidad ante un toro que fue a más. Acertó en terrenos y alturas para canalizar las nobles embestidas de uno de los astados de la corrida. Tras no hacer cosas buenas a zurdas volvió a la mano derecha para volver a levantar la faena. Se crujió en una serie en la hubo un derechazo a cámara lenta enroscandose el animal tras la cintura. Pese a ser un toro con virtudes consiguió limarle ese defecto del punteo al final del muletazo. Y ya por último una tercera parte que puso el broche a su labor. Los doblones por bajo que precedieron a la estocada fueron de esos que uno guardará en su memoria. Pinturería, gracia y donaire. La oreja que paseó fue un justo premio a una labor medida y muy torera. Ángel Jiménez está para seguirlo allá donde toree.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Segunda corrida de abono. Más de media entrada en tarde de buena temperatura
Toros de Santa Ana -primero y quinto- y Virgen María, desiguales de presentación dentro de una seriedad superior a la que se acostumbra a dar en esta plaza. Destacaron primero y sexto. Con Fijeza y prontitud pese a su justeza de fuerzas el noble primero; de desclasada embestida el manso y descastado segundo; de gran clase y humillación el mansito y complejo tercero; de noblona y anodina embestida el soso cuarto; de deslucida embestida el desclasado y pasador quinto; con clase y buen ritmo el humillador sexto.
Oliva Soto: Oreja tras aviso.
Esaú Fernández: Ovación con saludos
Javier Jiménez: Ovación con saludos
Borja Jiménez: Ovación con saludos
Lama de Góngora: Ovación
Ángel Jiménez: Oreja
INCIDENCIAS: La afición obligó a saludar a la terna tras finalizar el paseíllo.