Si la empresa Plaza 1 andaba buscando un torero que cupiese en el hueco que deja Emilio de Justo en el día del Patrón, que no busque más; ayer les dijo a sus responsables José Ignacio Uceda Leal que le queda el 15 de mayo casi mejor que a San Isidro. Y eso que terminó emborronando la obra al segundo de El Cortijillo con un sablazo en los blandos que no le hace justicia a la forma de matar de Ignacio, uno de los más contundentes estoqueadores de este siglo y del pasado.
Porque son tantos Sanisidros los que ha vivido el de Usera que hasta una encerrona tuvo, vestido de goyesco y el 2 de mayo, con dos orejas cortadas que supusieron una de sus salidas por la Puerta Grande del toreo. Es verdad que ha ido toreando cada vez menos. Lo es también que ya no tiene la frescura de la juventud, ni la ambición del imberbe, ni siquiera la necesidad espiritual de llegar a ser. Pero no es menos cierto que el madrileño tiene tanta clase y tanta pureza a la hora de torear que ha habido cientos de toreros de ferias que han ido al baile con menos que él.
Uceda Leal, un torero que aún no ha dicho su última palabra
Cuando casi nadie contaba con él, cuando ha hecho incursiones hasta en el equipo de otros toreros, cuando parecía obligado a dedicarse a decorar carteles con un nombre que siempre va asociado al toreo de gusto, va Uceda y le dice a Madrid que aún no ha dicho su última palabra. Y Madrid, que es cualquier cosa menos tonta, está desde ayer deseando escucharla. Por eso ese puesto que aún no tiene dueño y que quizá sea premio envenenado para un torero como Álvaro de la Calle, le venga como un guante al porte de Ignacio de torero de Madrid. Y de San Isidro.
Tampoco son tontos en Plaza 1, y a buen seguro que estarán hablando ya con el equipo de Uceda para que venga a vestir ese cartel del 15 de mayo, con una corrida de El Parralejo que puede venirle sensacional al toreo de elegancia del madrileño y que encaja a la perfección con el concepto aromático y dulce de Curro Díaz y de Ginés Marín. Uno de esos huecos que se producen lamentando el suceso y de repente surge el relevo para que se note menos la ausencia. Aunque la ausencia de Emilio sólo Emilio pueda cubrirla.
Es lo que tienen los toreros de concepto tan marcado y de acusada personalidad; que cuando se hacen presentes en el ruedo el aficionado está varios días soñando con lo que les ha visto hacer. ¿No me digan que no encajaría ese hecho bien en la sustitución abierta del día del Patrón? Si quieren, les doy el teléfono…